La irrupción de la tecnología en la Sanidad es una realidad cada vez más evidente, sometiendo a sus actores, tradicionalmente divididos entre Payors, compañías aseguradoras, y Providers, empresas cuyo foco es la gestión clínica y la provisión médica, a fuertes corrientes de transformación. Ya nadie cuestiona el impacto que nuevos paradigmas tecnológicos como Internet, las redes sociales, el Big Data o la IA, van a tener en el sector, exponiendo a los payors a un riesgo de desintermediación de la relación entre el paciente y el médico, empujando a los providers a centrarse en la gestión de infraestructuras especializadas y fomentando la aparición de nuevos actores digitales que, redefiniendo la relación con el paciente y apoyándose en la gestión y explotación de la información, van a aprovechar las carencias actuales del sector para irrumpir con fuerza en el mismo. De todos los frentes que la tecnología va a abrir en la transformación del sector hay principalmente dos, la explotación de los datos, como llave a una medicina personalizada y preventiva, y la gestión de la experiencia integral del paciente, que serán los que determinen la posición competitiva futura de los actores del sector.
Más allá de la información que ya generamos diariamente a través de las redes sociales y de los dispositivos móviles, que ya permiten identificar y establecer nuestros hábitos y patrones de vida, la tecnología está potenciando tendencias y comportamientos sociales que, entroncando en la misma naturaleza humana, generan una obsesión por medir todo lo medible, comparar, y progresar en cualquier ámbito. En este contexto, la popularización progresiva de gadgets que permiten monitorizar parámetros y constantes cada vez más especializadas está generando una explosión sin precedentes de datos personales de alto valor médico, que no necesariamente se producen en un entorno sanitario. Unamos a esto la secuenciación de nuestro genoma y la progresiva capacidad de anticipar las enfermedades que somos especialmente propensos a sufrir, y la batalla está servida: el dato como llave de acceso a un nuevo paradigma: la medicina personalizada y predictiva. Para subirse a esta corriente de transformación será necesario no sólo generar y almacenar esta información, sino poder procesarla en un nuevo concepto de la historia clínica digital que, alejándose de los tradicionales registros electrónicos, permita a los profesionales de la medicina anticipar y personalizar la atención médica.
Por otra parte, la tecnología ya permite construir una relación distinta con el paciente, centrada en sus necesidades, sencilla, transparente, ágil y 24×7. Una relación digital donde el usuario goza de mucha más información y autonomía. Y es que la inclusión de los nuevos datos médicos en los procedimientos clínicos no se limita a recabar éstos de forma intrusiva, sino que, necesariamente, debe implicar al paciente, haciéndolo partícipe y consciente de su estado de salud. Aquí se incluirían todas aquellas iniciativas que simplifican tanto los procesos administrativos (petición de cita, recogida de resultados, etc.) como los asistenciales (vídeo consultas, telemedicina, etc.).
Estas dos grandes tendencias resultarán fundamentales tanto para la sanidad pública como para la privada. Para la pública, en la medida en que son palancas clave para dotar de una mayor sostenibilidad a un sistema acuciado por el envejecimiento de la población, el tratamiento de las enfermedades crónicas, la comorbilidad o el incremento de la demanda de servicios sanitarios. En cuanto a la sanidad privada, como hemos comentado, todo apunta a la medicina personalizada, preventiva y centrada en el ciudadano como el santo grial con el que desarrollar ventajas competitivas sostenibles a largo plazo en el sector.
Y por último, será importante no perder de vista cómo las nuevas tecnologías, junto a avances regulatorios en materia de accesibilidad de los pacientes a la historia clínica digitalizada, van a favorecer la aparición de nuevos modelos de negocio, basados en economías colaborativas o derivados de estas, que iniciarán importantes procesos disruptivos y que servirán de catalizadores para la modernización del sector.