Por: Brad Smith, presidente.
Vivimos en un nuevo mundo, un mundo que corre en línea mientras el distanciamiento social fuerza a muchos de nosotros a trabajar, comunicarnos y conectar en nuevas maneras. Tan solo en los Estados Unidos, las directivas locales y estatales han instado a 316 millones de estadounidenses a mantenerse en casa y, cuando sea posible, a trabajar desde casa. A medida que las comunidades alrededor del mundo se adaptan a un mundo con COVID-19, la conectividad y el acceso a banda ancha son más críticos que nunca para nuestras vidas y nuestro modo de vivir.
La banda ancha ya alimenta gran parte de nuestras vidas modernas, pero COVID-19 ha actuado como un acelerador, un combustible que ha impulsado muchas actividades en línea. Todo el aprendizaje, los servicios, el comercio, la mayoría de los trabajos y las interacciones diarias en línea requieren de una conexión a internet de alta velocidad. Aquellos que no tienen acceso a este mundo en línea – más de 18 millones de estadounidenses, con 14 de ellos que viven en áreas rurales, de acuerdo con la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) – corren el riesgo de rezagarse. Aunque 18 millones es un gran número – más que todas las poblaciones de Indiana, Iowa y Tennessee combinadas – un nuevo estudio ha encontrado que la cifra actual de personas que carecen de acceso a banda ancha en Estados Unidos es cercana a los 42 millones.
Con el tiempo, llegaremos al otro extremo de la crisis de COVID-19, pero el futuro que surge se verá diferente del mundo que dejamos cuando inició la crisis. El futuro del comercio, el trabajo, la medicina, la educación y los servicios habrá cambiado – y, en algunos casos, de manera permanente.
Un problema intensificado por COVID-19
La falta de banda ancha para las poblaciones rurales, tanto en Estados Unidos como en el mundo en desarrollo, no puede ser ignorada. Es por eso que, en los últimos tres meses, hemos duplicado nuestra iniciativa Microsoft Airband, para expandir el número de gente alcanzada. Hasta el 31 de marzo de 2020, hemos ayudado a brindar a 1.2 millones de personas acceso a banda ancha en áreas rurales, y antes desatendidas, en Estados Unidos. Esto es casi el doble de nuestro total con respecto al 31 de diciembre de 2019, y frente a las 24 mil personas durante todo el 2018.
Llevamos a cabo esta tarea en conjunto con ISP (Internet Service Providers – Proveedores de Servicios de Internet), gobiernos locales y estatales, organizaciones no lucrativas como National 4-H Council, y otras entidades alineadas con esta misión en el sector público y privado. Ocho de 12 de nuestros socios ISP comerciales han tomado el compromiso Keep Americans Connected de la FCC, para comprometerse en mantener la conectividad para los clientes que han sido impactados de manera económica por la crisis. Incluso aquellos socios que no han firmado todavía el compromiso de la FCC, se han comprometido en atender a sus comunidades al mantener la conectividad para sus clientes actuales y conectar a nuevos suscriptores. El Airband Team ha publicado un resumen de respuesta COVID-19 de Airband, que describe nuestras respuestas programáticas y de políticas a COVID-19 en los Estados Unidos.
No somos los únicos que tratan de hacer una diferencia. Compañías alrededor del país han dado un paso al frente, incluidas empresas tecnológicas como Google y T-Mobile. Pero no sólo esta industria ayuda – empresas como Land O’Lakes también trabajan para cerrar la brecha de la banda ancha. Necesitamos que el gobierno dé un paso al frente y se nos una en el camino.
Principios de política y nuevo financiamiento federal para acelerar los cambios tan necesarios
La manera más significativa de mover la aguja para los estadounidenses sin banda ancha es a través de cambiar las políticas a nivel federal, estatal y local, no solo para más financiamiento sino para remover los bloqueos para que la banda ancha pueda llegar a los estadounidenses rurales y desatendidos más rápido. En resumen, hay una necesidad crítica de que el Congreso haga tres cosas.
Primero, se necesita una acción del Congreso para hacer frente a las necesidades inmediatas de conectividad de banda ancha que tienen un impacto mayor en individuos y comunidades durante la crisis de COVID-19. El financiamiento es necesario en la próxima facture de estímulos para que estudiantes y profesores tengan acceso al aprendizaje remoto, para que la gente tenga acceso a sus doctore y a otras opciones de telemedicina, y para ayudar a las personas a trabajar desde casa, archivar y mantener sus beneficios de desempleo, y aplicar en línea a empleos.
Segundo, hay una necesidad urgente de otorgar financiamiento para la FCC, para que pueda implementar la recién promulgada legislación de mapeo de banda ancha. Como dijimos antes, no Podemos resolver un problema que no entendemos.
Tercero, se requiere acción adicional para cerrar de manera permanente la brecha de banda ancha. Con datos precisos sobre disponibilidad de banda ancha, recomendamos que el Congreso brinde fondos con base en siete importantes principios. A saber, estos fondos deben ser:
- Dirigidos: Cualquier mecanismo de financiamiento de banda ancha debe ser diseñado para hacer frente a una necesidad de mercado conocida; por ejemplo, la necesidad de entregar acceso de banda ancha para áreas rurales desatendidas y para conectar a estudiantes sin acceso de banda ancha antes de que inicien las clases.
- Neutrales en tecnología: El financiamiento de banda ancha debe estar disponible sobre una base tecnológica neutral.
- Con capacidad de banda ancha: Se debe solicitar a las redes que cumplan al menos con la velocidad de banda ancha definida por la FCC.
- Menos costosos: Para minimizar costos, las cantidades del financiamiento deberán ser determinadas a través de un proceso de licitación competitivo ( el uso de subastas inversas de la FCC es un ejemplo de tal mecanismo).
- No distorsionar: Cualquier programa debe buscar minimizar las distorsiones del mercado en cómo son recolectados y distribuidos los fondos.
- Desplegados de manera rápida: La preferencia debe ser otorgada a proveedores de banda ancha que se comprometan al rápido despliegue de redes y servicios de banda ancha.
- Evitar cargas administrativas: Los programas deben minimizar la burocracia y sólo imponer a los destinatarios requisitos que son necesarios para garantizar la integridad de los programas.
Con este enfoque, el país por fin podrá brindar el financiamiento necesario para que los ISP cierren la brecha de banda ancha. Además, apoyamos los esfuerzos de la FCC, USDA y otras agencias federales y estatales para lanzar fondos bajo programas nuevos y existentes, para hacer frente a las necesidades de trabajadores de la salud y pacientes vulnerables, educadores y aprendices, y trabajadores remotos. Esto es en especial importante porque, en tiempos de recesión económica, los estados están más atados al efectivo de lo habitual y no tienen los recursos necesarios para realizar estas inversiones críticas.
El virus de COVID-19 ha creado una crisis nacional. Pero también ha creado una importante oportunidad. Es tiempo de galvanizar a la nación y reconocer lo obvio. La banda ancha se ha convertido en la electricidad del siglo XXI. Mucho antes del final del siglo XX, reconocimos que ningún estadounidense debería vivir sin electricidad. A medida que nos embarcamos en la tercera década de este siglo XXI, cada estadounidense merece la oportunidad de tener acceso a la banda ancha.