Gente de Microsoft
“Estas son las lecciones que mis padres me pasaron – ayudar a que los demás se sientan valorados y amados”.
Rita Picarra, empleada de Microsoft, vio a sus padres dedicar el trabajo de su vida a asegurarse que todos se sintieran apoyados, incluidos, y vistos – un legado que ella lleva hacia adelante con responsabilidad y orgullo.
“¿Escuchas ese sonido? ¿El sonido de las ruedas? Ese sonido me hace sonreír”.
Un profundo sonido de torbellino llena el auto mientras Rita Picarra – directora de finanzas de Microsoft Portugal – conduce a través del Puente 25 de abril en Lisboa, Portugal.
Tres carriles van de ida y vuelta a través del puente suspendido, y Rita conduce en el carril izquierdo, con dirección al sur. Las ruedas de su auto eléctrico recorren el listón de acero que mira 230 pies hacia abajo al Río Tagus, una enorme vía fluvial que se abre hacia el Océano Atlántico.
“Siempre conduzco por este carril para poder escuchar el ruido. Cuando era niña, ese sonido significaba que mi familia se iba a divertir mucho. ¡Vamos a la playa!”
De niña, Rita bajaba la ventanilla del Fiat 127 rojo de su padre y se inclinaba para poder ver el río mientras lo pasaban. Iba en camino a Costa da Caparica, una playa donde la familia Picarra – Rita, la hermana mayor de Susana, su mamá Celia, y su padre Tony – pasaban casi cada fin de semana.
En esta ocasión, Rita me invitó – junto con un fotógrafo y un camarógrafo – para acompañarla en su visita a esa misma playa. Costa da Caparica es donde ella se siente más conectada con sus padres, los dos fallecidos pero que aún se mantienen como las influencias más fuertes en su vida – una vida que dedica a asegurar que todos a su alrededor se sientan incluidos, amados, y apoyados. Donde todos se sientan como en familia.
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Dos meses antes
Café del Building 25
Redmond, WA
“Habla con los empleados de Portugal”, comenta Drew Wilkinson, líder de sustentabilidad de la comunidad a nivel mundial en Microsoft para empleados, mientras desayuna en las oficinas centrales de Microsoft.
Es un lluvioso día de primavera, y me reúno con Drew y su cofundadora Holly Beale para conocer más sobre los empleados que toman sus propias causas en torno a la sustentabilidad ambiental.
“Encontramos que cuando alguien piensa en una gran idea, es probable que los empleados en Portugal ya lo hayan hecho”, ríe Drew.
Sigo el consejo de Drew a través de más conversaciones telefónicas con mis colegas en la oficina de Microsoft Lisboa. Él está en lo cierto: todas las conversaciones que tengo – en temas que van desde sustentabilidad ambiental a inclusión a filantropía – apuntan a la misma persona: Rita Picarra.
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El hogar de la infancia de Rita
Serra das Minas, Portugal
Dos meses después, Rita me recibe fuera de su hogar de la infancia en Serra das Minas, un suburbio de Lisboa. He viajado ahí para reunirme con ella y entender de primera mano por qué mis colegas no dejan de hablar sobre su influencia e impacto.
Excepto por una llamada y algunos emails, nunca nos hemos conocido. Conforme mi auto se acerca a su edificio, veo a Rita: su rostro se ilumina mientras saluda y se acerca – casi de un salto – hacia mi mientras trato de quitarme el cinturón de seguridad. Ya me ha hecho sentir como si fuéramos amigas de mucho tiempo.
Estamos frente al apartamento de su familia, uno de los primeros edificios construidos en Serra das Minas, hace muchos años. Rita sugirió que nos reuniéramos ahí porque ella dice que es el mejor lugar para tener una idea de sus antecedentes – para entender sus raíces, las formas en que sus padres la influenciaron, y cómo y por qué siente un llamado para levantar a los que la rodean.
“Te voy a contar de las lecciones que mis padres me dieron – tener autonomía, entender mi lugar en la sociedad, y tener la responsabilidad de utilizar ese lugar para ayudar a que otros se sientan valorados y amados”, promete.
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Mientras estamos afuera, Rita explica que su madre, Celia – siempre pragmática – decidió no gastar dinero en un hermoso vestido de novia y utilizar el dinero para el enganche del apartamento.
Conforme el vecindario creció a un suburbio de Lisboa, su padre, Tony, ayudó a construir y mantener a la comunidad. Cuando Rita tenía dos años, él fundo una organización llamada Associação de Famílias e Amigos como Parceiro Social da Serra das Minas – una organización no lucrativa que brindaba oportunidades sociales para los niños del vecindario conforme el área cambiaba y se gentrificaba.
“Mi padre quería que todos los niños del vecindario estuvieran juntos – sin importar tus antecedentes, sin importar qué hacían tus padres, sin importar en qué calle vivieras. Él quería ver que todos jugaran juntos y que tuvieran la oportunidad de ser felices”.
Muy pronto, el hogar Picarra se convirtió en el centro del vecindario. Los niños se reunían en el estacionamiento frente al apartamento de la familia para estar juntos y jugar.
El apartamento de dos recámaras de la familia Picarra está ubicado justo encima del estacionamiento, en el segundo piso. Desde ahí, Celia podía ver a sus niñas.
“Siempre nos divertíamos tanto que no queríamos comer. Mamá nos hacía bocadillos y emparedados en un cordón azul y los bajaba desde la ventana de nuestra recámara para que no tuviéramos que entrar”, ríe Rita mientras actúa cómo quitaba la comida del cordón.
Entramos por la segura puerta frontal del edificio; su hermana, Susana, todavía vive ahí. Rita toca el timbre varias veces, a manera de clave, “De esa manera, ellos saben que soy de la familia”.
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Conforme subimos las escaleras al apartamento, Rite me cuenta más sobre su madre, Celia, una profesora a la que Rita describe la que criaba y la que era autoritaria en la familia Picarra.
Cada mañana, desde su niñez hasta que las niñas dejaron el hogar, Celia las despertaba con el desayuno en la cama. Pero ella también esperaba que hubiera orden y limpieza en su casa, tanto que, Rita y Susana la llamaban “Vassourinha”, lo que significa “pequeña escoba” en español.
“Mi mama siempre decía, ‘Deben limpiar su habitación varias veces hasta que sepan cómo tener una habitación bien limpia. Y luego, en el futuro, incluso si ustedes no son las que limpian, entenderán lo que es una habitación bien limpia”.
Ella conecta eso con su estilo de liderazgo. “Tienes que saber cómo hacer algo – y qué significa eso – antes de pedir a alguien más que lo haga”.
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Aunque su apartamento en Serra das Minas era el centro del mundo de la familia Picarra durante la semana, los fines de semana se pasaban en Costa da Caparica para acampar. Ahí, donde compartían una tienda de campaña – lejos de la distracción de las ciudades y el trabajo – Celia y Toni enseñaban a sus hijas sobre la naturaleza y la cercanía familiar.
“Incluso ahora, todo lo que hago me lleva al agua, a la playa, a la naturaleza”, comenta Rita. “Mis padres comenzaron a llevarme a acampar a la playa cuando era bebé, y siento que una parte de mí muere cuando no estoy cerca del agua”.
“Y, por cierto, ¿Deberíamos ir a la playa ahora, no?” menciona Rita. Así que, nos subimos a su auto eléctrico hacia Costa da Caparica, a través del Puente 25 de abril.
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Rita, una ex surfista competitiva, entró a este deporte cuando tenía 14. En ese entonces, pocas mujeres surfeaban en Portugal, explica.
“Cuando encontraba a otra niña en el agua conmigo, era una amistad instantánea”. Pero ser una de las pocas mujeres en las olas fue difícil. Los otros surfistas le decían que se saliera del agua, que se fuera a casa.
“¿Por qué no podía estar ahí?”, recuerda que pensaba en ese entonces. “Tengo el derecho de aprender como cualquier otro. Se ve divertido, y es divertido, y es lo que quería hacer. Me mantuve firme. Pero no fue fácil”.
Rita aprendió por su cuenta cómo surfear mientras practicaba en su cama, pero pronto se volvió tan dedicada al surf que se volvió profesional, y una pionera para las mujeres en este deporte.
Y sin embargo, siempre se sentía humillada por el mar. “El océano te puede patear por detrás. Tratas y tratas y no puedes. Y luego vuelves a tratar, y lo vuelves a intentar, y sigues sin poder. Pero luego, la primera vez que tomas esa ola, y la montas sin romper…”
Suspira mientras mira al horizonte. “Ni siquiera lo puedo describir”.
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En tierra, Rita muestra la misma determinación. Una planeadora que según ella misma dice “sigue las reglas al pie de la letra”, Rita supo desde muy joven que quería la libertad y seguridad que un trabajo bien pagado puede ofrecer. Además, ella quería ver el mundo. Así que se aplicó y estudió duro.
Hasta ahora, ha funcionado: su vida la ha llevado a vivir y trabajar en Seattle, París, Sao Paulo, Miami, y Madrid. “Lo que es más importante, hacía las cosas que amaba: hablar con nuevas personas y compartir experiencias con otros”, comentó.
Pero Lisboa es su hogar, y una gran razón por la que vivió en todas esas ciudades fue para obtener la experiencia que necesitaba para conseguir lo que ella llama el trabajo soñado como directora de finanzas para Microsoft Portugal.
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Microsoft
Lisboa, Portugal
“Es por Rita”.
Tal como lo escuché, Rita Picarra es omnipresente, casi legendaria, en los pasillos de la oficina de Microsoft Lisboa. Muchos empleados son rápidos para darle crédito a Rita por ayudarles a crecer y hacer una diferencia en formas que nunca imaginaron.
Por ejemplo, cuando Rita se dio cuenta que la oficina de Portugal no había establecido todavía una organización para sus empleados LGBTQI+, ella fundó y asesoró a un colega – Sergio Matos – para que la dirigiera.
Cuando las empleadas Clara Manshilha y Matilde de Jesus Jacob Alves querían comenzar un capítulo de sustentabilidad ambiental dentro de Microsoft, Rita estuvo ahí para guiarlas mientras lanzaban y crecían a una organización de más de 100 personas que considerada por los empleados – incluidos Drew y Holly en Redmond – como uno de los agentes de cambio más exitosos para la sustentabilidad dentro de las paredes de Microsoft.
“Rita me enseñó que si quieres hacer algo, lo hagas – y no tienes que esperar a que alguien lo haga por ti”, comentó Clara.
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La playa donde Rita acampa y surfea
Costa da Caparica, Portugal
Mientras caminamos hacia las dunas de arena de Costa da Caparica, el lugar donde la familia acampaba, Rita reflexiona. Los días como hoy son agridulces para ella – una celebración de recuerdos y al mismo tiempo un recordatorio de la naturaleza fugaz de la vida.
“Sólo vives una vez – y en ocasiones no vivimos tantos años”, comenta, mientras sus ojos se nublan al pensar en sus padres. “Deberíamos disfrutar la vida ahora y nunca dejar nada para mañana”.
Es como el surf, agrega.
Pero no se engañen, advierte Rita. “Sólo lo montas porque te deja hacerlo”.
Y esa es la mayor lección que Celia y Tony le enseñaron y que la fuerza conocida como Rita le pasa a su familia, a sus colegas en Microsoft, y ahora a mí:
Montar nuestra ola – sin que rompa, con alegría, y con los amigos – tanto tiempo como podamos.
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Fotografía por Rodrigo De Medeiros; videos por Rodrigo de Medeiros y Steven Heller.