Ir al contenido principal

John’s Crazy Socks difunde alegría y muestra el poder de contratar gente con discapacidades

John Cronin sabía que quería iniciar un negocio con su padre después de la escuela secundaria pero necesitaba una idea ganadora. Lo primero que propuso fue una “tienda divertida”.

“Todavía no sabemos cómo debería ser una tienda divertida”, comentó su padre, Mark X. Cronin.

Su siguiente idea: un camión de comida. A ambos les gusto la película “Chef”, sobre un padre y su hijo en el negocio de comida móvil, pero había un problema. “No sabemos cocinar”, mencionó John Cronin.

Luego, Cronin, que tiene 22 y tiene síndrome de Down, reflexionó en su peculiar gusto por atuendos y calcetas coloridas, una pasión que inició en cuarto grado con el reclamo ocasional de su hermano mayor: “¡Papá, no puedes dejarlo salir así!”

Pero la moda de Cronin le dio luz a su idea para John’s Crazy Socks, una floreciente tienda en línea lanzada a finales de 2016. Basada en Huntington, Nueva York, la compañía ha crecido en un negocio de millones de dólares con un inventario de más de 2 mil únicas, alegres y vibrantes calcetas. Entre el catálogo se encuentran calcetas con piñas de ojos gigantes, corgis sonrientes, la pintura “Starry Night” de Van Gogh, y trolls con cabello que se puede peinar.

“Son divertidas, coloridas, creativas y me permiten ser yo mismo”, comentó Cronin sobre su afinidad por el calzado alegre.

John’s Crazy Socks es tanto un éxito como pequeño negocio y una muestra de inclusión para discapacitados, con más de la mitad de su equipo de 35 personas compuesto por empleados con una discapacidad. La compañía da prioridad al servicio al cliente con envíos el mismo día y una nota de agradecimiento escrita a mano por Cronin que incluye un dulce, que funge como la cara, personalidad y “jefe de felicidad” de la compañía.

En su primer año completo de operaciones, la compañía envío casi 43 mil órdenes a 44 países y espera duplicar sus ganancias para finales de su segundo año. Además de llevar calcetas de otros diseñadores, la compañía diseña sus propias calcetas de concientización y caridad, incluida una popular calceta de un superhéroe con síndrome de Down creado por Cronin. También lanzó un programa de calcetas personalizadas que trabaja con escuelas, organizaciones no lucrativas y negocios.

“Nuestra misión es mostrar lo que puede hacer la gente con diferentes habilidades, frente a lo que no pueden hacer”, comentó Mark Cronin, cuyos antecedentes incluyen manejar sistemas de TI en atención médica. “Tenemos una misión social y una misión de comercio electrónico, y ambas son indivisibles. Están al centro de lo que hacemos”.

Miranda Baum trabaja como catalogadora de calcetas em John’s Crazy Socks.

La compañía es parte de una creciente tendencia en contratación inclusiva, con más negocios que contratan gente con discapacidades y trabajan para cerrar una gran brecha de empleo. Sólo 30 por ciento de la gente en edad para trabajar con discapacidad tiene un empleo, comparado con el 74 por ciento de la gente sin discapacidad que tiene un empleo, de acuerdo con datos recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales.

“La conversación alrededor de la discapacidad ha cambiado de ‘La gente con discapacidades no pueden trabajar’ a ‘¿Cómo podemos crear un ambiente donde todos puedan contribuir?’, comentó Meg O’Connell, vicepresidenta de la Iniciativa Workplace, un programa basado en la ciudad de Nueva York que trabaja con negocios alrededor del país en contratación inclusiva.

“La gente con discapacidades tiene mucho para contribuir, y como con cualquier grupo diverso, si nos perdemos las contribuciones de un solo grupo de talentos, es una pérdida para todos nosotros. Estamos en el medio de un cambio cultural”.

La mayoría de los empleados de John’s Crazy Socks con una discapacidad trabajan como “catalogadores de calcetas” en el almacén o “empacadores de felicidad” y ven su trabajo con orgullo y alegría. La compañía organiza recorridos para escuelas, eventos sociales después del horario laboral, realiza ponencias y crea videos virales, todo para destacar la inclusión en discapacidad y ayudar a los empleados a aprender valiosas habilidades laborales y de la vida. También dona 5 por ciento de sus ganancias a las Olimpiadas Especiales y recolecta dinero a través de sus calcetas de concientización y caridad para socios como la Sociedad Nacional de Síndrome de Down.

“Nada de esto tiene mucha ciencia. Somos un par de testarudos de Long Island que manejan un negocio de calcetas”, comenta Mark Cronin en tono bromista. “Pero tratamos bien a la gente y son mejores empleados debido a esto. Es muy emocionante ver lo que hacen cada día”.

De manera reciente, la compañía dio a los empleados tarjetas de presentación y una dirección de email a través de Microsoft Office 365, la primera vez que muchos de ellos tiene una cuenta de email. Junto con dispositivos Surface Pro, la tecnología basada en la nube ha ayudado a John’s Crazy Socks a gestionar su creciente negocio y a comunicarse de manera directa con el personal, y no solo con sus padres y guardianes.

“Queremos que la gente se sienta como profesional”, mencionó Mark Cronin. “Lo que otros podrían dar por sentado, a nuestros colegas los emociona. Estaban en verdad emocionados por tener una dirección de correo”.

Para Andrew Oh, un callado catalogador de calcetas de 23 años con autismo, el trabajo le ha ayudado a hablar más y a sentirse más confiado en situaciones sociales, comentó su madre, Dianne Taglich-Oh. A él le encanta entregar sus tarjetas de presentación y recibir emails de su jefe sobre noticias de la compañía y su agenda, en lugar de escucharlas a través de su mamá. El email lo hace sentir como un empleado valorado y responsable.

“Antes, él era como una especie de patito feo”, comentó Taglich-Oh. “Pero después de trabajar aquí, ha salido del caparazón. Su vocabulario, Dios mío, no puedo creer lo que ha crecido”. Comentó emocionada, respecto al progreso de su hijo, que ahora le describe con alegría su día laboral y sus colegas, a ella.

“Él no siempre podía hacer lo que los niños típicos hacían, no podía leer o escribir tan rápido”, mencionó. “Pero ahora, tiene un sentido de ‘Soy valioso para algo’”.

John Cronin, izquierda, y Mark X. Cronin.

Para Mark Cronin, ver los logros de su pequeño hijo ha sido una poderosas travesía. Como mucha gente con síndrome de Down, John nació con severos problemas médicos, incluida la necesidad de una cirugía a corazón abierto cuando tenía 3 meses de edad. Dos décadas después, padre e hijo testificaron este año ante una comisión del congreso sobre el poder de los pequeños negocios para fortalecer a la gente con discapacidades”.

“Cuando John nació, mucha gente nos dijo todas las cosas que él no iba a poder hacer”, comentó Cronin. “Sólo dejamos que John definiera eso”.

Lean el caso de estudio sobre John’s Crazy Socks para conocer más acerca de la compañía.

Foto principal: John Cronin, izquierda, y Mark X. Cronin.