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Una pequeña acción

Lecciones desde el lado sur: El padre que ayudó a criar a una empática ingeniera

La relación de Heather Dowdy con su trabajador padre la llevó a desarrollar productos que todos pueden utilizar

Heather Dowdy sube los nevados escalones hacia la casa de su padre, ella viene de regreso de una visita del lado sur de Chicago, donde fue criada. Toca el timbre, pero después de unos minutos sin respuesta, toma su smartphone para marcar el número de su padre. Mientras suena el teléfono, siente el cambio de qué tan diferentes son las cosas ahora a cuando ella crecía, en específico, cómo la tecnología ha cambiado por completo la manera en que ella y sus padres, que son sordos, se comunican.

Regresemos a una Heather adolescente que trata de mantener calientes sus entumecidas manos mientras toca el timbre y se asoma por el vidrio rectangular en la puerta. Se quedó afuera. Enojada consigo misma por olvidar la llave antes de ir a la escuela esa mañana, mantiene oprimido el timbre porque tiene la esperanza de que su padre camine por la lámpara que se enciende cada que suena el timbre.

Ha pasado media hora. Sin otra manera de entrar, sólo le queda esperar. Se sienta en los escalones y utiliza la decreciente luz del atardecer para comenzar su nuevo libro. De pronto, la puerta se abre, y su padre, Royce Martin, dice: “¿Olvidaste tu llave de nuevo? Entra.”

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En los últimos 12 años, Heather no ha parado: universidad, matrimonio, tres niños, rápido ascenso en su carrera, y luego pausar el posgrado por un gran cambio hacia el estado de Washington para trabajar en accesibilidad en Microsoft.

Pero hoy, se ha tomado un momento para respirar y reflexionar. Está de regreso en casa con Royce, su padre. Los dos caminan por su nevada calle de tres carriles, y Royce no puede apartar la mirada de su hija adulta, él bromea con ella, pero también se siente radiante sólo por tenerla cerca. Es difícil que ella viva tan lejos. Hay un equipo de camarógrafos en su casa, y él piensa que se debe a que su primera hija es alguien importante: una ingeniera que trabaja en accesibilidad dentro de Microsoft.

Sin embargo, es Heather quien está ahí para mostrar cómo él la ayudó a realizar una labor significativa, cómo le inculcó esta incesante esperanza de que si ella se esforzaba, podía hacer cualquier cosa, y para reflexionar cómo en realidad su papá es el importante.

De hecho, es difícil decir quién está más orgulloso.

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Royce perdió el oído durante el parto, y la madre de Heather lo perdió de niña debido a una enfermedad de la niñez. Sus padres se conocieron en la escuela por amigos en común, que eran parte de una comunidad de personas afroamericanas con sordera que tenía una profunda conexión. Heather conocía a todas esas personas y las trataba como familia cuando asistía con sus padres a reuniones sociales semanales, servicios religiosos, y otros eventos de la comunidad.

“En ocasiones, la gente no se da cuenta qué tan social y comunicativa puede ser la comunidad de personas con sordera”, comentó Heather. “Esos eventos podían durar años”.

De niña, cansada y aburrida, Heather tiraba de la camisa de su padre mientras decía “¿Ya nos podemos ir?”, una acción tan frecuente que se convirtió en su nombre de señas. En lugar de señalar cada letra del nombre de una persona, a la gente se le puede dar un nombre de señas, un apodo. Heather es la seña para la letra H que se mueve hacia arriba y hacia abajo como en la seña de “hurry” (de prisa).

Royce combinaba esa vida social con una carrera de décadas para el servicio postal, en el que trabajaba por lo general de noche.

“Lo que más amo de mi padre es cómo él creía en trabajar duro para nuestra familia. Era una persona muy trabajadora”, comentó, con una voz temblorosa pero llena de orgullo. “Lo veía ir a trabajar sin descanso, y pocas veces se perdió algún día de trabajo”.

Este tipo de “determinación», comenta Heather, es lo que vivir en el lado sur engendra a sus residentes. “Algunas personas dicen que nada bueno viene del lado sur de Chicago, pero Michelle Obama salió de aquí. Y yo también”. Ella explica que decir que vienes del lado sur es como una medalla de honor.

Heather: “No puedo esperar por saber tu opinión una vez que esto haya sido publicado”.

Royce: “¿En verdad?”

“Significa que has pasado por momentos duros. Pero también significa que tienes un sentido de orgullo, y eso viene con la herencia de ser del lado sur de Chicago”.

El hogar de Heather en el lado sur colindaba con otras familias negras de clase media, lo que Heather atribuye a décadas de discriminación en la vivienda, la cual dejó segregada a la mayor parte del área. Como resultado, los vecinos se unieron como si fueran una familia, tal como la gente de la comunidad de personas afroamericanas con sordera en la que los Martin estaban arraigados de manera profunda.

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La familia Martin se cambió a su hogar en 1993 cuando Heather era todavía una niña, con un hermano menor y una nueva bebé en camino. Un tiroteo en su vecindario anterior mató de manera trágica a un niño de ocho años, un amigo de la familia que tenía la misma edad del hermano de Heather. La inquebrantable ética laboral y habilidad financiera de Royce le permitieron reubicar a su esposa y a sus niños en su nuevo vecindario, donde fueron de las primeras familias negras en la calle. Heather recuerda a algunos niños blancos que trataban de intimidarla a ella y a su hermano, con cosas como que sus familias eran miembros del Ku Klux Klan. Pero su herencia del lado sur mantuvo su cabeza en alto y los ignoró… con estilo, podría decirse.

“Prosperar cuando no tienes todo lo que necesitas, además de verte bien cuando lo haces”, sonríe de lado, “no importa lo que te lancen. Creemos que no importa que creas que tienes poco, tienes más que suficiente para compartir con alguien más. Ese es el lado sur”.

Una de las principales prioridades de Royce fue dar a sus niños un sentido de pertenencia, de ahí la regularidad de los eventos sociales de la comunidad de personas con sordera. Heather notaba un nivel agregado de complejidad encarado por la gente de raza negra en la comunidad y aquellos que la pasaban mal por falta de dinero; ella quiere fomentar la pertenencia a través de construir tecnología que sea accesible y económica para ellos.

“Mi vida me ha dado un lente especial para la gente marginada por la intersección de raza, género, clase, y discapacidad. Así que ahora, me aseguro de que represento a Chicago, a mis antecedentes, a la gente que se ve como yo, pero también a la gente en mi familia, como mis padres, que necesitan ser impulsados. Atiendo a los marginados dentro de los marginados”.

En la cocina de su hogar de la niñez, Heather y Royce posan para una foto. Royce señala que Heather es la viva imagen de su madre.

Después de que la cámara hace la toma, Heather camina hacia la pantalla de la computadora para ver la foto, y de repente se queda sin palabras, con la mano en su boca; ella se ha movido para ver a su padre honrado de esta manera. Él se le acerca y le da un beso en la mejilla, y luego se vuelve a sentar.

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Heather atribuye la voracidad de su mente a su padre, un gran lector, pasión que él le pasó.

“Cuando era niña, le enseñé a leer, y ella se quedaba en su cuarto para leer”, señaló Royce mientras Heather interpretaba. “Tal vez en tercer o quinto grado, fue cuando se enamoró de las ciencias”.

Él comenta que al principio fue difícil para ella, pero una vez que quedó fascinada por las ciencias, se decidió. Ella sabía que quería ser una especie de inventora porque amaba todos los aparatos que había en su casa: la lámpara que destellaba cuando alguien tocaba el timbre, el reloj de alarma que vibraba bajo el colchón de sus padres, el teléfono de texto (TTY, por sus siglas en inglés, que era una pantalla y un teclado conectados a una línea LAN que contacta a servicios de terceros que retransmiten comunicaciones de ida y vuelta), y el equipo de servicio de retransmisión de video que sus padres utilizaban para comunicarse en el que utilizaban el Lenguaje Americano de Señas (ASL, por sus siglas en inglés) en lugar de teclear, que era la evolución del TTY.

Pero ella no sabía de alguien que hiciera esos dispositivos; no se le había ocurrido aún.

Heather y su padre Royce celebran la graduación de la universidad de Heather de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.

Un día, una joven Heather llegó a casa de la escuela secundaria con una idea. En ocasiones le compartía ideas a su padre sobre qué quería ser de grande. En ese entonces, él era muy difícil de complacer, según recuerda Heather. No de manera desagradable, sino de una manera que invitaba a Heather a desafiarse.

Su padre leía en su gastado y gris sillón. Ella tocó de manera suave su brazo y señaló: “¡Papá! ¿Qué tal que me convierto en intérprete de lenguaje de señas?”

Él se asomó sobre su libro para verla, lo puso de lado, y señaló, “No”.

“¿Por qué? Pensé que te emocionaría. He interpretado a mi mamá y a ti toda mi vida”, ella presionó. “¿Por qué no?”

“Eso es algo demasiado seguro para ti”, dijo Royce. “Cree en ti misma. Haz lo que te haga sentir incómoda”.

Mientras Heather salía de la habitación y pensaba lo extraño que era que él no quisiera que eligiera una carrera como intérprete, en el fondo sabía que él tenía razón. Así que a pesar de que sirvió de intérprete para el entonces presidente Barack Obama durante una dedicatoria de monumento nacional en 2015 en Chicago, ella respetó su compromiso de trabajar duro por el bien de la familia. Así que seguiría en la búsqueda de algo que la desafiara.

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Después de su segundo año de preparatoria, Heather asistió a un programa de verano de ingeniería en la Universidad Estatal de Chicago. Ahí, pudo escudriñar el hardware de todos los aparatos que ella amaba. Mientras soldaba la tarjeta de circuitos de un teléfono, pensaba en cuánta gente que había perdido el oído, en ese entonces, no podía utilizar el teléfono de manera sencilla, la retroalimentación en los dispositivos de ayuda para escucha hacía que la gente en el otro extremo de la línea sonara como si estuvieran en una zona de construcción. “Vaya, puedo crear tecnología accesible y en verdad cambiar la vida de las personas”.

“Hoy, nunca doy por sentado que puedo enviar un mensaje de texto a mi papá si no me ve parada en la puerta. El mundo de los busca personas y los teléfonos móviles en verdad cambió nuestro mundo”, comentó Heather.

Resulta que había un nombre para ser un inventor de tecnología para la gente con sordera o que tiene dificultades de escucha. Llegó a casa ese verano y le dijo a su papá, “Ingeniera. Voy a ser ingeniera”. En ese punto, Heather nunca había escuchado de mujeres ingenieras de raza negra. Con certeza eso calificaba como algo que la hacía sentir incómoda.

Royce no dijo nada, sus amables ojos se cerraban en torno a los de ella. Hizo una mueca, se encogió de hombros, y luego caminó por el estrecho pasillo para descansar del turno nocturno en la oficina postal.

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Heather luchó para conseguir su título como ingeniera eléctrica. A pesar de que un decano le dijo que nunca se iba a convertir en ingeniera después de darle un vistazo, ella se mantuvo motivada para continuar porque no sólo se trataba de ella, Heather sabía que trabajaba para servir a los demás. Ella iba a luchar por gente como sus padres.

“Sólo me acordaba de mi papá”, comentó Heather, con lágrimas en los ojos. “Cómo había trabajado por casi 40 años en la oficina postal y nunca se quejó. Cómo me empujó para no caer en algo fácil sólo porque lo era. Él me mantuvo en movimiento”. Royce impulsó a Heather para que se desafiara y que ella, en retorno, pudiera desafiar al mundo de la tecnología de accesibilidad. Heather consiguió una pasantía y fue contratada para mejorar la forma en que funcionan los teléfonos móviles para la gente que utiliza ayuda para escuchar.

“Vi cómo los teléfonos móviles y los busca personas cambiaron el mundo para gente como mis padres, que tienen sordera, y para hijos de adultos con sordera, como yo”, ella comentó. “Me sentí enganchada”.

“Nunca pensé que seguiría con la ingeniería”, señaló Royce. “Pensé que lo haría bien, pero vaya, ella se mantuvo en el camino y se volvió exitosa. Estoy muy orgulloso de ella”.

“¿Bien?”, señala Heather a su padre. “¿¡Sólo bien!?” Ambos ríen.

Heather como intérprete para el entonces presidente Barack Obama durante la dedicatoria de un monumento nacional en Chicago en 2015.

Heather ahora lidera el programa AI for Accessibility en Microsoft que otorga financiamiento a emprendedores y startups arraigados en la comunidad de la discapacidad que hacen uso de la inteligencia artificial en la creación de tecnología accesible. Ella encuentra desafíos cada día, y no es una labor sencilla.

“Por eso me gusta la accesibilidad. Vamos primero con el problema más complejo. Si nos enfocamos en desarrollar Cortana para estudiantes que tienen discapacidad de habla, ¿Puedes imaginar lo mejor que será para ti o para mí? ¿O para alguien que tiene acento? Si podemos resolver eso, entonces la haremos mejor para todos”.

Muchas de sus experiencias de vida enseñaron a Heather a ver por la gente en el exterior, gente que podría sentirse excluida.

“Ahora, me aseguro que donde esté, una reunión, una sala de juntas, una escuela, veo por la persona que no habla o que se siente rechazada. Utilizo mi poder con el que estoy tan bendecida para ayudar a encontrar una manera de incluirlos”.

Heather se encuentra en una posición única de elevar buenas ideas para crear tecnología accesible, pero también defiende a la gente que necesita esta tecnología pero que tal vez fue pasada por alto debido a su raza, sus antecedentes socioeconómicos, su género, o por una discapacidad.

“Si recuerdo cada día que hay gente que no fue a la escuela, que no tiene un título universitario o el poder económico para comprar la tecnología que hacemos, entonces puedo empujarme más y al equipo de ingeniería para hacerlo de mejor manera”.

“Tenemos la inteligencia suficiente para tomar ese reto”, comentó, una frase tomada de su padre. “Podemos hacer más de lo que pensamos”.