Por: Lindsay-Rae McIntyre, directora de diversidad en Microsoft.
Uno de mis primeros aprendizajes fue que mis experiencias como mujer no eran idénticas a las de otras mujeres, aunque eran similares. Al igual que con cualquier dimensión de identidad, la manera en la que las mujeres experimentan el mundo depende de un contexto mucho más grandes. Como una chica blanca que crecía en Victoria, en Columbia Británica, había varias capas en mis experiencias. Aunque mis hermanos y yo teníamos lo necesario, no teníamos muchos privilegios socioeconómicos. Lo que aprendí conforme veía el mundo a mi alrededor es que, como beneficio de mi raza, era más sencillo para mí cubrir mi estatus socioeconómico que para mis amigos que no eran de raza blanca.
Las Naciones Unidas marcaron el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer al declarar que “las libertades fundamentales requieren la participación activa, la equidad y el desarrollo de las mujeres en todas partes”. Esta declaración es inclusiva para todas las mujeres con la interseccionalidad en mente.
Entender la interseccionalidad en el lugar de trabajo
Comienza con algo tan simple como la manera en que pensamos sobre todas las dimensiones de nuestra identidad, incluidas cosas como raza, etnicidad, discapacidad, religión, edad y orientación sexual. Incluso la clase, la educación, la geografía y la historia personal pueden alterar cómo experimentamos la feminidad. Cuando Kimberlé Crenshaw acuñó el término interseccionalidad hace 30 años, ella lo explicó como estas identidades y condiciones superpuestas que impactan la manera en que experimentamos los desafíos y oportunidades de la vida, los privilegios que tenemos, los sesgos que enfrentamos.
Así que, enfocarse tan solo en una sola dimensión de identidad, sin ese contexto, no siempre es útil. Cuando consideramos a las mujeres como una sola categoría, como un monolito, puede ser engañoso en el mejor de los casos, y peligroso en el peor. Al hacerlo, se pasan por alto las variaciones de circunstancias y perspectivas dentro del grupo y se oscurecen las experiencias reales vividas como valores atípicos y excepciones. “Problemas de las mujeres en el lugar de trabajo” es un término vago sin una especificidad suficiente para impulsar la acción. Las mujeres de color, las mujeres con discapacidades, las mujeres transgénero, las mujeres que son las primeras de su familia en tener trabajos corporativos o profesionales, mujeres que brindan atención y cuidados – todas las mujeres se enfrentan con demandas adicionales de tipo social, cultural, regional o de la comunidad que tal vez no existan para otros. Aunque todas las mujeres navegan por diversos grados de sesgos de género conscientes e inconscientes, las intersecciones de identidad pueden ejercer una presión agravada sobre una mujer para minimizar otros aspectos de su vida – un comportamiento llamado cobertura, como lo exploró Kenji Yoshino – lo que lleva a un aún mayor estrés en el lugar de trabajo.
Para incrementar la contratación, retención, representación y desarrollo de las mujeres en el lugar de trabajo, las compañías deben tener la intención y ser responsables de estar conscientes de la diversidad dentro de la diversidad. Las estrategias convencionales para incrementar la representación de la mujer en el lugar de trabajo han beneficiado en su mayoría a aquellas que no experimentan desafíos interseccionales. Al ponernos curiosos y explorar las experiencias vividas de las mujeres a través del lente de la interseccionalidad, nos volvemos más precisos sobre la causa de raíz y para encontrar maneras de generar soluciones sistémicas para todos.
Establecer el escenario para la alianza
Entender todo esto puede ser un poderoso catalizador para el cambio, no solo para las organizaciones como un todo, sino también para los individuos. En Microsoft hemos comenzado a perfeccionar la manera en que pensamos sobre las alianzas. Parte de esa exploración es el reconocimiento de que, como empleados de Microsoft, cada uno de nosotros tiene alguna dimensión de privilegio. Esto no está destinado a minimizar o negar las muy reales maneras en que las comunidades experimentan sesos u opresión significativas, sistemáticas o históricas. En su lugar, está destinado a arrojar una luz a nuestra oportunidad de mostrarnos para los demás. Por ejemplo, como comunidad de mujeres, tenemos una oportunidad de ser más reflexivas sobre las experiencias de nuestras compañeras que enfrenta desafíos aún mayores debido a la identidad interseccional. Así que, aunque de manera tradicional podríamos ver a los hombre en el lugar de trabajo para llevar todo el peso de la alianza, las mujeres en el lugar de trabajo también tienen una oportunidad de ser aliadas reflexivas para otros en su comunidad.
Este tipo de consciencia abre la puerta para una verdadera alianza – un compromiso intencional de utilizar su voz, credibilidad, conocimiento, lugar o poder para apoyar a otros en la manera en que quieren ser apoyados. Estoy muy consciente de mi oportunidad, debido a mi privilegio personal, de mostrarme para otras mujeres de una manera significativa. Acepto mi obligación para crear espacio para que otras voces sean escuchadas, no sólo en el Día Internacional de la Mujer, sino durante todo el año.