A ningún atleta le gusta estar en la banca, aunque sea algo temporal.
Las prácticas y los juegos ayudan a los jugadores a mejorar y conseguir las agallas y la Gloria bajo las luces de un viernes por la noche. Pero cuando Craig Olejniczak, entrenador atlético de futbol en una escuela secundaria, ve que uno de sus jugadores recibe un impacto que se acerca a las 90 fuerzas G, le recomienda al entrenador que lo retire del campo para poder evaluarlo. Es una decisión difícil, pero puede prolongar una carrera competitiva.
Olejniczak es el entrenador atlético de Middletown High School en Nueva York, donde monitorea a cada jugador a través de protectores bucales Vector y de un software creado por i1Biometrics, una empresa ubicada en el otro extremo del país, Kirkland, Washington, al este de Seattle. Los sensores integrados en el protector bucal recolectan datos sobre cada impacto y tacleada que sus jugadores de futbol absorben, lo que le permite tomar decisiones y protegerlos.
“Los jugadores de secundaria reciben los mayores impactos en momentos de entrenamiento durante estos años de desarrollo”, comenta Jesse Harper, CEO de i1Biometrics. “Están en una etapa de aprendizaje y no se han formado aún malos hábitos. Los entrenadores juegan un rol muy grande en esta enseñanza. Mitigan el riesgo a largo plazo. Entre más joven podamos exponer al atleta a momentos de entrenamiento para corregir su técnica, más se podrá alargar su carrera”.
El incremento en la consciencia pública sobre las conmociones cerebrales entre los jugadores jóvenes de futbol americano ha ayudado a impulsar el atractivo de los protectores bucales para los entrenadores y el equipo atlético. La empresa de Harper estima que hay de 1.6 a 1.8 millones de conmociones cerebrales relacionadas con el deporte cada año en Estados Unidos, y un estudio publicado en Journal of Athletic Training reveló que las conmociones cerebrales representaron 8.9 por ciento de todas las lesiones atléticas en la secundaria, con las más altas tasas en futbol americano y futbol soccer.
Otro estudio mostró que “el jugador promedio de secundaria es casi dos veces propenso a sufrir una lesión cerebral como jugador colegial”. En 2009, las salas de emergencia reportaron un cuarto de millón de conmociones cerebrales para aquellos debajo de los 19 años. En 2001, esa cifra fue de 150 mil.
“No puedes encender la TV sin escuchar sobre conmociones cerebrales en futbol americano», comenta Harper. “Los atletas son más fuertes y más rápidos, así que hay potencial para más. Tenemos una oportunidad de en verdad entender qué es una conmoción y hacia dónde lleva”.
Los sensores del protector bucal incorporan ESP Chip Technology, que mide las aceleraciones lineales y rotacionales de los impactos en la cabeza durante las prácticas y juegos. Un acelerómetro y un giroscopio entregan datos de los que se puede extrapolar la severidad del impacto y de dónde vino. Los entrenadores del equipo trabajan en un tablero que muestra los datos en vivo.
Los sensores en el protector bucal recolectan datos y los almacenan en el dispositivo, luego el software analiza los datos, que los entrenadores utilizan para crear planes accionables para ayudar a los jugadores a evitar lesiones futuras. El sensor alerta a los usuarios de que un impacto grande ha ocurrido y son capaces de ver una imagen procesada en 3D de un impacto recibido por un jugador y lo sobrepone en un mapa de calor.
Esto se traduce en datos en tiempo real que los entrenadores pueden utilizar para hacer cambios inmediatos en las jugadas, entre los que se encuentran sacar jugadores que han recibido golpes tan fuertes que activan los umbrales establecidos por el equipo, lo que da como resultado que se levanten alertas que pueden ser mostradas también en dispositivos móviles. Los equipos también pueden ajustar esos umbrales para cada jugador, basados en su historial y en cualquier problema de salud que se necesite monitorear.
“Hay una parte bastante atractiva para la tecnología, en especial para la gente que tiene niños en futbol americano”, comenta Ray Rhodes, uno de los fundadores de i1Biometrics, responsable del desarrollo de producto y cuyo propio hijo fue jugador de futbol americano en la secundaria.
“Siempre habrá impacto. Nunca habrá un casco perfecto, aunque cada vez son mejores. Los efectos de las conmociones son acumulativos, siempre habrá una historia, así que nuestro sentir fue que deberíamos dar seguimiento a la exposición de los atletas desde el inicio de sus carreras. La razón por la que elegimos los protectores bucales es que están acoplados de manera directa al cráneo, por lo que obtenemos una representación bastante acertada de lo que experimenta la cabeza”.
Los datos de los sensores del protector bucal se alimentan en i1Biometrics Data Analytics Platform, una herramienta para entrenadores atléticos y personal de medicina deportiva que les ayudan a tomar más decisiones informadas en el campo. Los datos son transmitidos en tiempo real hacia una tableta o laptop en la línea de banda, pues muchos campos de práctica o los estadios techados no tienen acceso a internet.
La información es almacenada en una base de datos SQL y tan pronto el equipo de entrenadores tenga conexión a internet, la información se sincroniza a un ambiente de nube segura impulsado por Microsoft Azure. el software está escrito para Windows 8 y 10 y aunque algunas escuelas utilizan tabletas Surface, la mayoría utilizan PC y laptop.
“En un principio estábamos en Amazon, pero cambiamos a Azure”, comenta Harper. “[Microsoft] ha sido un socio increíble, cercano a nivel geográfico y bastante responsivo. Eso es importante, cómo trabajamos en conjunto. Tratamos de descubrir cosas para ampliar los límites en una categoría naciente”.
Conforme avanza el verano, los jugadores jóvenes de futbol americano en todo el país han regresado a sus escuelas, antes que sus compañeros, para practicar para la temporada que viene.
Middletown High School fue la primera secundaria de Estados Unidos en probar en fase beta los protectores bucales en 2013, como parte del programa piloto. Ahora, cerca de 60 equipos (6 mil atletas) utilizan Vector. Middletown también reclutó a estudiantes de su programa National Academy Bio-med para monitorear el sistema desde la línea de banda. Se trata de estudiantes en el programa STEM y el club de medicina deportiva de la escuela, que trabajan como asistentes de línea de banda durante la temporada. Cuando ocurre algún umbral, ellos entregarán lo que descubrieron a Olejniczak, el entrenador atlético del distrito. En retorno, él analiza los datos para tomar acciones posteriores, que podrían incluir referir al atleta con el doctor del equipo, que se especializa en lesiones y administración de conmociones cerebrales.
La temporada pasada cien por ciento de los jugadores de futbol americano colegial de Middletown utilizaron los protectores bucales en sus juegos, pero Rhode comenta que es imperativo que sean probados también durante las prácticas.
“En definitiva, se trata de una situación en la que no aprendes hasta que estés en el campo”, menciona Rhodes. “Es casi imposible replicar en un laboratorio u oficina lo que pasan los dispositivos. No puedes poner cascos en los ingenieros y hacerlos dar vueltas y golpearse las cabezas. Necesitamos una experiencia real de aprendizaje. Recibes los golpes más fuertes durante los juegos, pero recibes más volumen durante las prácticas”.
Vistamaxx, el material del que están hechos los protectores bucales, está hecho a través de una asociación con Exxon Mobil, y es un material propietario que crea un ajuste más seguro que los tradicionales, y se mantiene. Se cristaliza de manera lenta para crear una impresión dental justo y es difícil de masticar por lo que es más durable que otros materiales.
Rhodes comenta que también fueron capaces de diseñar un producto que puede funcionar en atletas de 10 años hasta la edad adulta. Los sensores se activan cuando está en la boca del atleta y se apagan cuando no lo están, o cuando se caen. Pero Rhodes advierte que la tecnología no es perfecta y que es probable obtener falsos positivos.
“Pero hemos aprendido con base en rebotes y saltos”, comenta. “Podemos saber cuándo un protector está suelto contra cuando un jugador se lo quita o lo deja en algún lugar. Esta herramienta le da al equipo visibilidad sobre qué sucede y la posibilidad de prestar mayor atención a los síntomas”.
En Mt. Zion High School, en Illinois, 45 minutos al oeste de Champaign, el entrenador atlético Dustin Fink valora los protectores bucales por la información que le ofrecen.
“En un principio estaba escéptico de cualquier tecnología de sensores”, comenta Fink, que también es dueño de The Concussion blog, a través del cual, i1Biometrics lo contactó. Tanto el protector bucal como el blog aparecieron en 2010. “No creía que cualquier cosa pudiera reemplazar lo que hago como entrenador atlético y profesional en el cuidado de la salud. Pero si iba a existir un sensor, eso hacía sentido, como algo en el centro de la masa de la cabeza, no conectado al casco. Era el único sensor con el que me sentía cómodo, basado en mis antecedentes y rápida revisión”.
Sensores como los que se encuentran en el protector bucal entregan información valiosa que pueden utilizar los entrenadores atléticos, entrenadores en jefe y cualquier persona que realice monitoreo sobre desempeño físico, comenta Fink.
“Un jugador nos puede decir que se siente bien, pero si los datos nos dicen algo diferente, es probable que tengamos una razón para investigar más allá”, explica Fink, que ha sido entrenador atlético desde el año 2000. “Cuando comencé, un chico recibe un fuerte golpe y tal vez vea estrellas, tal vez no. Si después de 15 minutos está bien, lo dejas entrar de nuevo. Pero ahora tenemos este dispositivo que me ofrece información en términos de lo que pudo pasar con la cabeza durante un impacto, cuántas fuerzas G recibió. Y en verdad, lo más interesante para mí, es el número de impactos que reciben. No todos los golpes generan una conmoción cerebral. Investigaciones han mostrado que hay un efecto acumulativo de los golpes, incluso con los de umbral bajo. Esa es mi principal razón para utilizarlo”.
Conforme el sensor se mueve en el espacio, los acelerómetros son capaces de decir de dónde vino el impacto inicial. Luego, ellos pueden utilizar ese modelo para crear una imagen en el tablero que corresponda a la ubicación del golpe en la cabeza.
La escuela de Fink utilizó los sensores para la temporada de otoño de 2015.
“Fue increíble. Trabajé con i1Biometrics para sacar tanto como fuera posible de los chicos. Era una relación simbiótica. Ellos querían los datos y la experiencia de la vida real de un entrenador atlético utilizándolo”, comenta. “Llegué con bastante escepticismo y salí bastante impresionado con lo que esto puede hacer y cómo me puede ayudar”.
Esto hizo una gran diferencia a mitad de la temporada, comenta Fink.
Comenzamos a sacar a los chicos de la práctica porque habían recibido muchos golpes la semana anterior, como una medida preventiva, para que tuvieran suficiente tiempo para recuperarse”, comenta. “La otra manera en la que puede ayudar es para la educación”.
El entrenador comenzó a utilizar los datos para perfeccionar las técnicas de los jugadores. Por ejemplo, ver mucha fuerza en la parte superior del casco significa que bajan su cabeza, lo que los pone en riesgo de sufrir una lesión en la espina. Ellos también pueden utilizar Vector para investigar los golpes que causan las conmociones, que varían de jugador a jugador. Eso podría llevar a ajustar los umbrales que avisan cuándo sacar a los jugadores.
Los jugadores que no les gustaba la información que pudiera sacarlos de la práctica o de los juegos, llegaron a apreciar estar en la banca, algo que también les ayudó a no perder la dignidad frente a sus compañeros, después de que el staff recibiera los datos.
“Es probable que haya probado 20 o 30 diferentes tipos de tecnología para conmociones en el futbol americano y otros deportes y nada me gustó”, comenta Fink, que recomienda el servicio al cliente y la fácil configuración. “Pero me he enamorado de esto. Es la primera vez que he hecho algo como esto”.
Hay más por llegar en Vector, se trata de un lanzamiento a mitad de temporada de sincronización de video. Esto significa que todo el material en video será sincronizado con los datos del sensor para revisión y aplicación de momentos de entrenamiento.
“Estos son productos para atletas, por atletas”, comenta Harper, que ha jugado futbol americano, entrenado y es padre de jugadores. “Nosotros entendemos el juego”.
Foto superior: Middletown, que en un inicio fue parte de un programa piloto fue la primera secundaria de la nación en probar en fase beta i1Biometrics Vector MouthGuard en el campo. Vector ahora está disponible para ser utilizado en programas de colegios y secundarias en todo Estados Unidos. (Foto cortesía de i1Biometrics)