La explotación del tráfico humano puede tomar la forma de esclavitud sexual, labores forzadas, maternidad sustituta en niños e incluso extracción de órganos. Sin importar los motivos, se trata de una plaga para la humanidad y combatirla ha probado ser una tarea compleja y hasta el día de hoy, frustrante
De acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo, hubo cerca de 2.5 millones de víctimas de tráfico humano en 2005. El problema afecta a todos los sectores de la sociedad, pero algunos son más susceptibles que otros. Por lo general, los más vulnerables son el objetivo – los pobres, los desempleados, la gente que no tiene educación, los jóvenes, los trabajadores extranjeros indocumentados, y las minorías étnicas oprimidas. Mujeres y niñas menores de edad son las víctimas más comunes, aunque hombres y niños también llegan a ser víctimas.
A pesar de los esfuerzos de las fuerzas de la ley, gobiernos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y de los defensores anti-tráfico, promover el progreso contra este flagelo se mantiene como un problema humanitario crítico. El tráfico humano es uno de los tipos de crimen más grande, mejor organizado y con mayores ganancias, sólo detrás de las armas ilegales y el intercambio de droga. Viola diferentes leyes nacionales e internacionales y atrapa a más de 25 millones de personas alrededor del mundo. Y aunque algunas naciones desarrolladas podrían asumir que este es un problema sólo de los países en desarrollo, se estima que hay más de 250 mil víctimas tan solo en los Estados Unidos.
El problema no es solo de violencia criminal. Los criminales que perpetran y se benefician de este tráfico toman total ventaja de la tecnología de la información para realizar los intercambios. Debemos trabajar en conjunto para llevar avances en investigación técnica y social, privacidad, interoperabilidad, compartir datos, nube y movilidad para combatir el tráfico.
Microsoft cree que la industria de la tecnología debe jugar un papel importante en los esfuerzos para interrumpir el tráfico humano tal como lo hace en el combate de otros tipos de crímenes digitales: al otorgar fondos y facilitar tecnologías avanzadas de investigación y adopción para interrumpir estos intercambios de manera más efectiva. Microsoft y sus socios se mantienen activos en permitir que las herramientas y la tecnología estén disponibles para las fuerzas de la ley y otras agencias para que continúen su lucha.
Este crimen es el ejemplo clásico de una amenaza asimétrica y transnacional. Las organizaciones son pequeñas y no están bien armadas, comparadas con las naciones en las que operan, pero son hábiles para eludir, confundir y sortear a las fuerzas de la ley tradicionales y a las organizaciones encargadas de la seguridad, en ocasiones a través del uso de tecnología de punta que les permite comunicación internacional en tiempo real y de manera anónima. Como Internet, los traficantes no reconocen fronteras nacionales y utilizan herramientas como la Dark Web – los sitios no clasificados y escondidos que soportan actividades criminales y clandestinas – medios sociales en línea, y la nube para localizar, reclutar y transportar víctimas.
Al mismo tiempo, las fuerzas de la ley y otras organizaciones encargadas de la seguridad pública por lo general están rezagadas en la adopción de estas tecnologías para su propio uso. Estas agencias son conservadoras por naturaleza y están limitadas por la austeridad en los presupuestos que cortan su capacidad de adquirir las herramientas más recientes y obtener experiencia en su uso. Esto hace imperativo que la industria de TI ayude a esas agencias a aprovechar el poder de la tecnología para combatir el tráfico humano y nivelar un poco esta lucha.
En textos por venir vamos a resaltar algunas de las maneras en las que tecnologías disruptivas como el análisis de datos, soluciones de administración de casos, herramientas de comunicación y colaboración, alcance público, y el cómputo en la nube pueden ser introducidas a la acción para nivelar la balanza y alterar la ecuación riesgo y recompensa para los traficantes; para convertir al tráfico humano en una operación más riesgosa, con menos ganancias y menos atractiva.