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2014
María de los Ángeles Torres, mejor conocida como Marylina, es licenciada en Bellas Artes y docente en el Colegio Corazón de María. Allí dedica sus horas a dictar clases de arte a los alumnos de primaria de la institución. En 2011, cuando el programa lectivo avanzaba, se encontró frente a un tema difícil de tratar con niños: el movimiento. “Teníamos que encontrar una manera de hacerlo atractivo para los niños y que aprehendan los conocimientos. Por eso decidimos preguntarles y rescatamos un sinfín de curiosidades, interrogantes y discusiones al respecto. Quisimos obtener por escrito los intereses del grupo y llegamos a la conclusión que debíamos trabajar con la imagen, ya que vivimos en una época donde la misma tiene una importancia preponderante”, dijo Marylina.
El proyecto que desarrolló Torres, “Animación con niños”, consiste en incentivarlos para que elaboren animaciones sobre diferentes áreas de la currícula, como lengua, ciencias y ciencias sociales usando los softwares y hardwares disponibles. Además, deben imaginar a los personajes y escenas del video y luego desarrollar, en conjunto, el guión, storyboard y trabajar en la edición integral de sus producciones.
Pero Marylina buscaba cambiar la estructura clásica de las cosas y con el giro sorpresivo construir nuevas. “Nosotros esperábamos que, con elementos cotidianos y el software disponible, ellos pudieran cambiar la utilidad de las cosas y que el movimiento y el tiempo sean parte protagónica de ello”.
Entonces, decidió darle una “vuelta de tuerca” a la situación Utilizando las salidas didácticas del aula, los niños debían rescatar material para trabajar. “Hacían entrevistas en la calle a la gente que estaba por donde íbamos, fotografiaban, filmaban y después debían decidir cómo unir lo recabado para mostrarlo”.
El proyecto fue avanzando y su repercusión dentro del Colegio fue cada vez mayor. Ya no sólo era un proyecto de arte, sino que involucraba a otras materias. “Durante el proceso los equipos le preguntaban a maestras de otras materias cuáles iban a ser los temas a tratar para ver si ellos podían aportar desde lo audiovisual a la clase. Además, se encargaban de hablar con el personal de mantenimiento para usar objetos o espacios del Colegio para la realización de los videos”, agrega Marylina.
Pero también esto empezó a interesar a otras maestras, a otros grupos y a las familias de los niños que le pedían a Maryilina que les enseñara las básicas.
El resultado final fue una muestra de los trabajos de los niños, pero, lo más importante para Torres fue que se evidenciaron “cambios notorios en su relacionamiento y actitudes, la independencia, la autocrítica, la búsqueda de soluciones diversas a las problemáticas diarias y la unión de los grupos”.
Hoy, la primera generación que empezó con este proyecto ya está en liceo, pero Marylina apuesta al “efecto multiplicador” y señala: “Espero que los que ahora están en liceo puedan continuar con esto y que sea un proyecto que trascienda”.