Inteligencia Artificial Sostenibilidad

Cómo la tecnología devuelve agua al planeta

Microsoft Prensa – 30 de julio de 2025

El agua no se puede fabricar (al menos no de un modo sencillo y escalable). Y, sin embargo, hay empresas que se han propuesto devolver al medio ambiente más de la que consumen. ¿Cómo es esto posible?

Aunque no se puede fabricar, el agua sí puede devolverse al entorno. Incluso en mayor cantidad de la que se utiliza, contribuyendo activamente a la sostenibilidad hídrica. Ese es el propósito de Microsoft: convertirse en una empresa positiva en agua para 2030. Para ello, la compañía impulsa proyectos en los ecosistemas y comunidades donde opera, desde la restauración de humedales y cuencas hasta la recarga de acuíferos subterráneos, junto a soluciones tecnológicas que mejoran el acceso al agua potable o permiten reutilizar aguas grises en entornos agrícolas e industriales.

Esta misión empieza en sus propias infraestructuras. En la Comunidad de Madrid ya está operativa su primera región cloud en España, y en Aragón se construye el próximo campus de centros de datos. Estas instalaciones son fundamentales para el mundo digital, pero también requieren recursos naturales como el agua. Rediseñarlas se ha convertido en una prioridad.

Gota de agua penetrando en el suelo de un cultivo

No solo reponer, también reducir el consumo al mínimo posible

Ser positivos en agua no se trata solo de devolver al medio ambiente una cantidad de agua superior a la que se utiliza, sino que el concepto también implica la innovación destinada a reducir el consumo. Con esta visión, Microsoft ya diseña sus nuevos centros de datos –incluidos los de Aragón– con el enfoque Zero Water, desarrollado para eliminar por completo el consumo de agua en los sistemas de refrigeración. Frente a los métodos tradicionales, basados en mayor o menor medida en la evaporación, estos centros utilizan un sistema de refrigeración líquida en circuito cerrado: el agua circula sin evaporarse, manteniendo la temperatura óptima de los servidores sin necesidad de reponer el recurso. A ello se suma la refrigeración directa a nivel de chip, que permite enfriar únicamente donde es necesario. Gracias a estas innovaciones, se ha reducido su índice de eficiencia hídrica (WUE) a 0,30 litros por kWh, una mejora del 39 % respecto a 2021. Pero el objetivo va más allá de la eficiencia.

Ana Liesa, Community Affairs Manager de Microsoft España, posando de brazos cruzados en un campo de cultivo agrícola.

Ana Liesa, Community Affairs Manager de Microsoft España.

“Para nosotros, mantener un diálogo fluido y fomentar relaciones sólidas con las comunidades locales es fundamental. Queremos construir y operar infraestructuras digitales que aborden los desafíos sociales y generen beneficios para las comunidades donde operamos. A través de nuestra estrategia de inversión comunitaria buscamos contribuir a un futuro sostenible, promover la prosperidad y el bienestar social en las comunidades que albergan nuestros centros de datos”.

En España, dos iniciativas reflejan esta filosofía y muestran el enorme potencial de la tecnología cuando se pone al servicio de un propósito esencial: conservar el agua.

Regar mejor para cultivar el futuro

Durante siglos, la agricultura ha sustentado a nuestras sociedades con técnicas que apenas han cambiado: sembrar, cuidar, recolectar. Pero el mundo digitalizado actual pone a disposición de todas las industrias herramientas para lograr una transformación que impulse sus resultados. La agricultura no queda al margen y la tecnología abre un nuevo camino para hacer el campo más eficiente y resiliente, sin que pierda sus raíces.

Sistemas de riego funcionando en campos de cultivo

En Zaragoza, siete explotaciones agrícolas, con el apoyo de Microsoft, comenzaron en marzo de 2024 un proyecto que ha cambiado por completo la forma en que manejan el riego de sus cultivos. Su terreno abarca 740 hectáreas, y la idea es reducir el consumo de agua en 100.000 metros cúbicos cada año antes de 2027, al mismo tiempo que se mejora la producción. Junto a Agua Segura y con la tecnología de Agrow Analytics, han puesto en marcha un sistema inteligente que une innovación con soluciones prácticas, pensadas para ellos.

El motor de esta iniciativa es la Inteligencia Artificial. A través de sensores de humedad repartidos en el terreno, estaciones meteorológicas, sondas de potencial matricial, caudalímetros, entre otros, la tecnología de Agrow Analytics logra recoger datos en tiempo real sobre las condiciones del suelo. Operado sobre Microsoft Azure, este modelo de Inteligencia Artificial calcula con precisión cuándo y cuánto regar para lograr la mejor producción con el menor consumo de agua. Los agricultores reciben recomendaciones personalizadas por SMS o WhatsApp con instrucciones claras de riego con el objetivo de optimizar el uso del agua.

Manuel Saurí, CEO de Agua Segura en un campo de cultivo agrícola

“Sabíamos que para que la tecnología funcionara tenía que ser útil y sencilla. Por eso, todo está pensado para que los agricultores reciban la información que necesitan, de forma clara y directa”.

Manuel Saurí, CEO y Director Ejecutivo de Agua Segura.

 

Pero el proyecto impulsado por Agua Segura y Agrow Analytics va más allá de la tecnología. Otra parte esencial se desarrolla en talleres y aulas, donde un programa de formación llega tanto a agricultores jóvenes como mayores. Más de 700 personas de la comunidad agrícola local aprenden a aplicar tecnologías digitales en el campo, desde sistemas de riego inteligente hasta sensores y drones.

Paralelamente, esta iniciativa se implementa en centros educativos rurales de Aragón, donde 300 estudiantes participan en talleres impartidos por Plant-for-the-Planet. Estas actividades, en el marco del Laboratorio de Acción para los Bosques y la Biodiversidad (LABB), están concebidas no solo para sensibilizar sobre el uso responsable del agua y la importancia de este recurso esencial para el presente y el futuro, sino también para fortalecer las capacidades de los jóvenes en el diseño de propuestas e iniciativas que la organización pueda respaldar y promover. De este modo, se fomenta el desarrollo de competencias orientadas a la búsqueda activa de soluciones y a la formación de líderes climáticos, quienes asumirán las decisiones clave en el futuro.

“La formación es clave para lograr un impacto real. Este proyecto ha creado puentes entre generaciones y reforzado el compromiso con el agua, desde las familias hasta las aulas”.

Manuel Saurí, CEO y Director Ejecutivo de Agua Segura.

Escuchar las tuberías, cerrar las fugas

España cuenta con más de 225.000 kilómetros de tuberías que transportan agua potable a hogares, empresas e infraestructuras públicas. Cada día, circulan por ellas millones de litros de agua ya tratada, lista para el consumo. Sin embargo, se estima que en nuestro país se pierde cerca del 25 % de ese volumen antes de llegar a su destino. A escala global, la cifra asciende al 35 %. Un reto silencioso que exige soluciones tecnológicas capaces de ver —y oír— lo que ocurre bajo tierra.

Tres operarios trabajando levantando una tapa del suelo para acceder a las tuberías

Muy cerca de Madrid, en la provincia de Guadalajara, Microsoft, junto a la Mancomunidad de Aguas del Sorbe y la empresa tecnológica Aganova, han puesto en marcha un proyecto pionero con ese objetivo: localizar con gran precisión fugas en la red de transporte, cuantificar su impacto y priorizar su reparación.

 

Nautilus es una esfera inteligente de 70 milímetros de diámetro -un poco más grande que una pelota de tenis-, que recorre el interior de las tuberías equipada con sensores acústicos, de presión, vibración, acelerómetros y magnetómetros. A medida que avanza, capta datos clave para monitorizar el comportamiento de la red de tuberías sin necesidad de cortar el suministro ni abrir zanjas.

Mano enseñando a Nautilus, una esfera inteligente

Después, algoritmos de machine learning -un tipo específico de IA- en la nube de Microsoft identifican patrones que delatan la presencia de fugas o defectos estructurales, lo que permite intervenir de forma rápida y precisa antes de que se produzcan daños mayores.

“Nuestro objetivo es salvar el agua que se pierde en las tuberías. Hablamos de agua potable de gran calidad, ya tratada para consumo humano, que no debería desperdiciarse. A nivel mundial se pierde un 35 % del agua transportada. Con Nautilus detectamos fugas sin interrumpir el suministro y actuamos antes de que se agrave el problema,” explica Francisco Muñoz, Business Development & Proposal Manager de Aganova.

Dos operarios en una incursión para detectar una tubería

“Desde marzo de 2024, Nautilus ha inspeccionado más de 75 kilómetros de red en la Mancomunidad de Aguas del Sorbe, localizando 15 fugas en tramos estratégicos, como los que conectan la E.T.A.P. con Guadalajara y con Alcalá de Henares,” afirma Luisa Gallardo, Global Operation Manager de Aganova.

Hacia una gestión hídrica más justa y resiliente

Gestionar el agua es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo y requiere una respuesta conjunta. Hasta ahora, Microsoft ha impulsado cerca de ochenta iniciativas relacionadas con el agua en todo el mundo. Pero proteger este recurso esencial exige un esfuerzo compartido. Administraciones, empresas, organizaciones sociales y ciudadanía deben avanzar en la misma dirección. Solo a través de la colaboración público-privada será posible construir una gestión hídrica más eficiente, capaz de proteger el agua, un recurso esencial para la vida en el presente y el futuro.

“La verdadera transformación sucede cuando la tecnología, el compromiso local y la colaboración se alinean para que el agua deje de ser un problema invisible y se convierta en un bien protegido y valorado por todos. Sabemos que el agua forma parte del ADN de las regiones en las que operamos, especialmente en Aragón. Estos proyectos nos muestran que cuando entendemos bien el territorio y trabajamos con quienes lo conocen de verdad, la tecnología se vuelve una herramienta muy valiosa para resolver problemas concretos. En cada caso, adaptamos las soluciones al contexto local, priorizamos una inversión responsable y buscamos generar beneficios reales: menos pérdidas de agua, más eficiencia para quienes producen y más resiliencia para las comunidades”, concluye Ana Liesa.