Kevin White

Gerente de Programa, Datos y Analítica de Bing

Por Marc Freeman



El sabor del éxito

Con más de 800 bodegas de vino, el estado de Washington ha emergido como el segundo productor Premium de vino más grande en los Estados Unidos. Al pasar por un costado de la calle en un área industrial del apacible Woodinville, comencé a pensar que la mayoría de estas bodegas de vino podrían residir aquí, dentro de un complejo de almacenes de depósito conocidas por los locales como el “distrito de las bodegas”.

Ok, el concreto industrial no es la imagen de vastas tierras de siembra y crecientes vides que imaginaba en mi camino hacia allá. Para aquellos que hayan viajado a la parte este de Washington, a Walla Walla y Horse Heaven Hills – lugares con el tipo de nombre que uno no podría inventar si lo intentara. Pero no vine aquí por el paisaje. Vine a reunirme con Kevin White, líder principal de administración de programa de Bing y la fuerza impulsora detrás de la Bodega de Vinos Kevin White, que ha recibido muy buenas reseñas.

En el papel, el vino tinto y la minería de datos no parecen una pareja adecuada. Uno se lleva con la carne, la otra con las experiencias de usuario. Pero debajo de la superficie del alcohol y las estadísticas, hay un tema común que corre y concierne a la atención al detalle.

Aunque de algún modo esto no hace justicia a White y su mundo. En su caso, hay otro tema que corre por sus venas: la obsesión. “Con la minería de datos, uno está obsesionado por entender cómo la gente usa productos para poder entregar la mejor experiencia posible”, dijo White. “Con el vino, tienes que estar obsesionado por todo. Desde la calidad del producto, a cómo se ve la etiqueta, a cómo lo vas a distribuir, a ‘Dios mío- ¿Se venderá?’”.

Estamos en el sótano de la Bodega de Vinos Baer, donde White fabrica sus vinos mezclados con Syrah y Grenache. “Te voy a mostrar el lugar”, dice mi anfitrión. Estamos rodeados por filas de barricas de roble francés apiladas de piso a techo. Aunque no es un lugar lo suficientemente grande para perderse, te dan ganas de meterte en uno de esos barriles que es donde la química del vino sucede, al convertir el azúcar de la uva en CO2 y alcohol.

De alguna manera, la historia de White, un científico de datos convertido en químico con un tono calmo de voz, se parece a un episodio de la serie “Breaking Bad”. El otro señor White, conocido como Heisenberg, también era un químico convertido, aunque en un modo mucho más peligroso. En ese mundo, era posible que yo terminara como un ingrediente más dentro de la enorme despalilladora o la prensa de uvas ubicadas a mi izquierda. Por fortuna, la obsesión de mi entrevistado no se inclina hacia ese lado tan oscuro. Pero sólo para estar seguro, entrevisto a los que lo conocen bien.

“Él es serio, un poco inocente, un artista y un científico”, dice Leroy Radford, propietario de la Bodega de Vinos Flying Dreams y uno de los amigos y mentores en cuestiones de vino de White. Todo bien, hasta el momento. “Siempre hace un esfuerzo por revisar y ver cómo van las cosas” dijo Chris Robinson, un amigo de la escuela y desarrollador en el equipo de Power Query Engine en Microsoft.

Sigue todo bien. Stefanie, su esposa y “catadora principal”, psicóloga clínica, menciona su profundo deseo de conectar con la gente. “Él encuentra a la gente muy interesante y le gusta conocer gente”. En muchas maneras, esto cuadra bien con la idea del vino pues una de sus funciones centrales es reunir a la gente para hablar, disfrutar la comida, relajarse y compartir.

De regreso en el cuarto de pruebas, yo esperaba que pudiéramos abrir una de sus botellas y decir “salud”. Esa idea desaparece cuando sale veloz a recibir un camión de entrega que deja un nuevo anaquel de barricas. Sus ojos se iluminan cuando salta a un montacargas para mover los anaqueles hacia la bodega. Su entusiasmo me dice que esto es como su juguetería. “Mis hijos aprenderán a manejar un montacargas antes de aprender a manejar un auto”, predice. “No muchos niños pueden decir eso”.

De la misma manera, no muchos adultos pueden decir que pueden balancear una carrera de tiempo completo con un pequeño negocio al mismo tiempo, una esposa y dos pequeños gemelos. Pero White lo hace de alguna manera. De acuerdo con Stefanie, su hijo Connor está tan emocionado con la profesión alterna de su papá que ya ha dejado de lado sueños infantiles típicos como ser bombero o piloto y está enfocado en convertirse en productor de vinos. Por supuesto que hacer viajes de campo a la parte este de Washington y aplastar uvas con los pies podría emocionaría a casi cualquier niño, pero hay más en esto. “Él adora a su papá”, dijo Stefanie.

Pienso si alguna vez dormirá este hombre. Él me asegura que sí, pero uno se hace la idea de que para poder alimentar sus obsesiones, su día requiere más de 24 horas. La época más complicada de su año ocurre durante la temporada de cosecha, que se lleva a cabo en el otoño de Washington. Ahí es cuando las uvas para vino, que son casi del tamaño de las moras azules, se recolectan a mano de diferentes viñedos de la parte este de Washington y se envían en camiones con refrigeración a Woodinville. Las uvas luego son aplastadas y se les quitan los tallos, con el líquido resultante colocado en barricas para que se añejen y luego, con el tiempo, sean embotelladas y etiquetadas. “Stefanie es una viuda del vino por seis semanas”, admite White. Ella lo ve de otra manera. “El vino es como nuestro tercer hijo”, ella bromea. “Todos hemos tenido que hacer sacrificios por él. Pero al final, todos amamos a ese niño”.

Parte de lo que da balance al estilo de vida ocasional de ser una viuda del vino es el beneficio de trabajar juntos. Cuando le pregunté cuál es su experiencia favorita del trabajo, White no titubea en señalar que es la oportunidad de crear cada perfil de sabor del vino con ella.

Pero, ¿De dónde viene toda su pasión y entusiasmo? Parte viene de su infancia. Al ser el mayor de cinco hombres en Fairfield County en Connecticut, White cuidaba a sus hermanos jóvenes mientras luchaba con cumplir las altas expectativas que vienen con ser el mayor de los hermanos. Otra parte viene de las ganas de White de ser un estudiante eterno en búsqueda del conocimiento y en hacer conexiones con la gente.


“Tiene mente de principiante”, dice Radford. “Tiene un deseo y una pasión auténticas por aprender. No le apena parecer un poco ignorante si el resultado final ilumina algo para él”. Esto no quiere decir que tiene una personalidad tipo “vivir al momento”. “Él planea décadas adelante, pero luego hace muchos ajustes al plan”, dijo Stefanie. “Pensar sobre ellos, así es como funciona su mente”.

Para esto, tomen su experiencia escolar en la Universidad de Connecticut. A diferencia de la mayoría de nosotros que consideran al colegio un pasaporte a la independencia, bromas y un comportamiento relajado, White se obsesionó con su futura carrera y veía su tiempo en la escuela como un entrenamiento laboral para una lucrativa carrera en las ciencias de la computación. En el 2000, un encuentro casual con una bola Koosh pavimentó ese camino.

“Yo estaba en una feria de empleo en el campus”, recuerda White. “El pabellón de Microsoft regalaba bolas Koosh y yo quería una”. Un simple intercambio de una bola Koosh por un currículum lo llevó a un internado de verano en Redmond, Washington. Sí, verano en Seattle, uno de los más grandes secretos de esta área que atrae a víctimas desprevenidas. Luego, sin darse cuenta, White ya vivía en Seattle y trabajaba haciendo pruebas en SQL Server 2000. Era una experiencia gratificante y con muchos retos desde el principio.

A pesar del gozo que le traía el trabajo, cinco años después, el eterno estudiante se encontró en una encrucijada profesional. “Quería aprender más”, recuerda White. “He trabajado en sistemas de datos back-end para que otras compañías los usen y coloquen ahí. Quería aprender sobre los datos”.

White encontró esa oportunidad con Bing. “Ellos estaban construyendo una plataforma mientras recolectaban e intentaban entender los datos”, dijo White. “Ir de construir plataformas para otras compañías a datos y plataformas aplicadas parecía una oportunidad increíble”. El reto cambiaba su perspectiva. Mucho de lo que White hace esos días está relacionado con relevancia en la búsqueda. White y su equipo recolectan datos sobre cómo la gente usa Bing, cómo buscan, a qué dan clic, y la exactitud de los resultados basados en el propósito del usuario. “Debemos ser obsesivos con el cliente y su experiencia para poder construir productos y servicios de clase mundial para entregar los mejores resultados posibles”.

Con una relación y una carrera satisfactorias, muchos de nosotros nos habríamos conformado y sentido que nuestra vida estaba complete. Sin embargo, White aún sentía un vacío. Él quería crear un impacto con la gente. Por un tiempo incursionó en la política y consideró pelear por un puesto de elección popular. “Me hubiera gustado ser gobernador algún día”, recuerda White. “Nunca pienso en pequeño”.

Y similar al incidente de la bola Koosh, un encuentro casual con una botella de vino local cambió su vida. La botella, un tinto de Côte Bonneville Carriage House, recomendada por un empleado en un mercado local, se convirtió en el momento “¡Ajá!” de White.


“Fue tan placentero”, dijo White. “Me iluminó que si podía divertirme tanto disfrutando esto como cliente, tal vez podría disfrutarlo al proveer esa experiencia para otras personas”.

Lo que hizo White a continuación puede ser descrito por la palabra Yiddish “Chutzpah”, que la gente tiene cuando descubren una pasión por algo que persiguen. White llamó a Hugh Shiels, el dueño de Côte Bonneville, y le preguntó si podía visitar su viñedo. Shiels fue más que complaciente. “Kevin es una persona que gusta de hacer relaciones de manera natural”, dijo Robinson. “Cuando quiere hacer algo, es capaz de descubrir quién es la mejor persona para eso y trabajar con él”.

Lo que comenzó como una curiosidad pronto se convirtió en algo más. White se inscribió en clases de Química en el Colegio Comunitario de Seattle. Comenzó a asistir a eventos y subastas de vinos. Leyó sobre la geología del estado. Utilizó su tiempo de vacaciones para convertirse en voluntario como bodeguero para diferentes productores de vinos. “Hice muchas preguntas y limpié muchos contenedores, porque eso es lo que tienes que hacer”.

“Era como un cachorro”, recuerda Radford. “Movía su cola y buscaba ser útil”. Comenzar el día a las 7:30 de la mañana y regresar a casa a la medianoche mataría muchas almas, pero para White sólo sirvió para alimentar su obsesión. “Hay un arte en esto, un descubrimiento, un viaje. Encuentras lo que te apasiona y lo utilizas como tu Estrella del Norte para que te guíe”.

Esa jornada no habría sido posible sin su posición en Microsoft. “Tenía un trabajo de tiempo completo que me dio el lujo de tomar un riesgo calculado”, dijo White. Ese riesgo llevó a la producción de su primer vino en 2010. El año pasado vendió 500 botellas.

Una de las atracciones para White en lo que hace es el sentido inclusivo de comunidad dentro de la industria local. Es este mismo sentido de colaboración y tutoría lo que permite a White, por ejemplo, hacer su vino en Baer Winery. “Ese es el asunto con los productores de vino aquí”, dice White. “Todos los que lo hacen son apasionados y quieren compartirlo con otras personas”. Radford va más allá. “Si uno de nosotros tiene éxito aquí en la bodega al ayudar a alguien más, hay un sentimiento de éxito en conjunto”.

El año pasado Washington produjo 12.5 millones de botellas de vino. Y sin embargo la industria local ha sido capaz de mantener su vibra comunitaria. De hecho, White ha utilizado su experiencia como inspiración para nombrar su vino: En Hommage (francés para homenaje) y La Fraternité (francés para la fraternidad).


Aunque hay un sentido interno de Comunidad, White también quiere pagar de vuelta a los fanáticos de su vino. Comenzó un club de vino en su sitio web que en la actualidad tiene más de 150 miembros. White contactó por teléfono o en persona a cada miembro. “La posibilidad de tener esa conexión con la gente sobre algo que me apasiona es increíble”, menciona White.

Siempre un entusiasta del vino, White se ve a sí mismo como un fanático además defensor y productor. “Abrir una botella de vino y disfrutar algo que me apasiona, me fascina”, comentó White. “Como todo se junta. Cada vez es una epifanía”.


Fotos por Brian Smale / © Microsoft

Publicaciones Relacionadas