Santo Domingo, tierra de pioneros

¡Rumbo al For Global de Educación!

Por Rosalba Mackenzie



Quisqueya o la República Dominicana, como también se le conoce, tiene como capital la ciudad de Santo Domingo por razones que se remontan a 1492, cuando Cristóbal Colón la convirtió en el primer asentamiento europeo en América, al descubrir la isla pensando que había encontrado las Indias. Así, Santo Domingo se convirtió en la ciudad más antigua del Nuevo Mundo y en la primera capital española en América Latina, y la que tuvo también la primera calle, la primera catedral, la primera universidad y el primer hospital de las Américas, como los conocemos ahora. Además, en 1990 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y hoy en día, es el destino más visitado del Caribe.

Fue entre sus calles llenas de historia y calor tropical, que se fundó la Notre Dame School, una escuela ambientalista de primer nivel que ha explotado todas las herramientas tecnológicas de nuestros días para enseñar a sus alumnos e incluso a sus profesores a construir conocimiento con base en el pensamiento crítico y el diálogo abierto.

Su plan de innovación consiste en hacer uso inteligente de la tecnología para educar. ¿En qué momento? ¡Todo el tiempo! Los profesores pueden proyectar material audiovisual para comenzar la clase e incentivar el debate, o sea que si se va a revisar el tema de la fotosíntesis, se puede presentar primero un video y después preguntar a los alumnos qué saben al respecto. Esto, por supuesto, ha modificado la forma en que cada docente prepara su clase, pues tienen la oportunidad de jugar con los métodos. Además, pueden ejemplificar las lecciones con noticias fresquísimas, de actualidad y en tiempo real.

Entre las tácticas educativas que se han desarrollado están los weblogs, un sitio en el que el profesor aloja la clase, las actividades, tareas y ejercicios; o los libros virtuales, que el propio docente elabora con fotos e información seleccionada; o los flashcards, videos de youtube en los que el maestro se grabó enseñando a pronunciar en inglés o francés para sus alumnos de kínder y primaria, por ejemplo. Todo esto hace que los profesores tengan más tiempo para acercarse a alumno por alumno para resolver dudas y poner más atención a sus inquietudes.

Este esquema supone que los exámenes ya no son de teoría, sino de pensamiento crítico. Lo que significa que los alumnos sólo se aprenden las definiciones porque las necesitan para entender las preguntas de sus pruebas y ejercicios, pero saben que la definición no es el examen. Así que deben entender lo que se les pregunta y saber utilizar su conocimiento para dar una respuesta acertada, para ello pueden tener el libro abierto y usar internet, porque la respuesta no está en ninguno de esos lugares, sino que es una construcción personal.

Este plan surgió en 2004, cuando se propusieron usar “menos libros y cuadernos, y más dispositivos”. Por aquél entonces la escuela compraba y compraba computadoras que terminaban dañándose, debido a que tenían muchos usuarios. Así que el plan evolucionó: se invitó a los estudiantes a traer su propio equipo (teléfono inteligente, computadora portátil o tableta) para usarlo durante la clase; los primeros en trabajar bajo este modelo fueron los de bachillerato, ¡y el plan tuvo un éxito rotundo! Pronto, se integraron también los jóvenes de primaria y jardín de niños. Ahora que los dispositivos son propios, los educandos los cuidan más, no los pierden con tanta facilidad, los protegen de virus, etcétera.

Sin embargo, durante la primera fase del nuevo plan hubo otros retos: en primer lugar, los profesores no confiaban del todo en este cambio y los alumnos utilizaban el equipo para capturar imágenes inapropiadas y subirlas a las redes. Por lo que se lanzó una campaña de educación ética en el internet, tanto para profesores como alumnos y padres de familia. Los primeros cuatro años fueron cruciales: todos aprendieron cómo hablar en redes, cuándo utilizar cada una, se les instruyó sobre el uso de fotografías sin autorización de los que aparecen en ellas, etcétera. Los padres se acostumbraron a que el único papel que recibirían por parte de la escuela sería el de la nota final, las demás comunicaciones tendrían lugar vía Facebook, twitter o correo electrónico.

También fue necesario cambiar la imagen del profesor como fuente de conocimiento definitivo: a ellos, se les exhortó a evitar el uso de oraciones absolutas y a invitar a sus pupilos a buscar la precisión de los datos desde fuentes confiables en línea. Poco a poco todos los involucrados se convierten en investigadores, en un ambiente que promueve el crecimiento de ambas partes.

“Cuando le inculcas a los jóvenes que no deben aprenderse las cosas de memoria, sino saber cómo utilizarlas en contexto, también los liberas”, nos comparte María Lorraine de Ruiz-Alma, directora de la escuela y líder del proyecto. Sin duda, podemos contar éste modelo como un logro más para República Dominicana, mediante el que está formando jóvenes líderes del presente y de nuestro mañana.


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