- Conectar el capital con las empresas para dar forma a un mañana más verde e inclusivo es un “juego de datos”.
Autor: Patrice Amann, director regional de Industria de Microsoft EMEA. Miembro del equipo Global de Servicios Financieros
Durante la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) se produjeron algunos anuncios importantes sobre finanzas y cambio climático. Por ejemplo, la Alianza Financiera de Glasgow para el Net Zero se comprometió a reducir las emisiones de sus préstamos e inversiones a cero para 2050. También, la Fundación de Estándares Internacionales de Información Financiera lanzó una iniciativa para establecer normas coherentes de divulgación sobre el clima en los mercados financieros.
Es obvio que el cambio de la economía de los combustibles fósiles a fuentes de energía limpia requiere una gran reasignación de capital. Como señaló Rishi Sunak, canciller de Hacienda del Reino Unido, durante el Día de las Finanzas de la COP26: “Los inversores necesitan tener tanta claridad y confianza en el impacto climático de sus inversiones como en las métricas financieras tradicionales de beneficios y pérdidas”.
Los consumidores reclaman medidas medioambientales y sociales
Para los líderes empresariales resulta evidente que existe una presión para que sus organizaciones intensifiquen sus esfuerzos en materia medioambiental y ayuden a proteger el planeta para las generaciones futuras. Sin embargo, se empieza a sentir otro tipo de presión: los dirigentes de todos los sectores, incluidos los servicios financieros, son cada vez más conscientes de que este objetivo se entrelaza con la rentabilidad.
Los consumidores esperan cada vez más que las marcas que compran adopten medidas medioambientales y sociales, y cada vez más están dispuestos a pagar para ser más ecológicos. De igual modo, las empresas están dando prioridad a las normas ESG (Environmental, Social and Governance, esto es, Medioambientales, Sociales y de Gobernanza) a la hora de negociar asociaciones y acuerdos con proveedores. Por un lado, debido al creciente empuje de las partes interesadas y los reguladores, ya que la UE exige a las empresas que informen periódicamente sobre sus actividades ESG. Pero también en respuesta a la oportunidad que se genera en torno a esta cuestión: el Pacto Verde de la UE está movilizando 1 billón de euros en inversiones para apoyar iniciativas digitales que combinen los esfuerzos de sostenibilidad con el crecimiento económico en la próxima década. Solo este año, la Comisión Europea tiene previsto recaudar 250.000 millones de euros en deuda verde como parte de su paquete de ayudas COVID-19.
Una prioridad para la cuenta de resultados
Hemos pasado del momento de los compromisos a empezar a medir el progreso. Disponer de objetivos ESG es ahora una prioridad en los consejos de administración, y las empresas que demuestren que cumplen sus compromisos desarrollarán una ventaja competitiva. Un estudio del Bank of America muestra que las estrategias de inversión ESG obtuvieron un rendimiento más alto, de entre 5 y 10 puntos porcentuales, en Europa y Estados Unidos.
Y los inversores han tomado nota. El valor de los fondos cotizados ESG, o ETF, se duplicó en 2020 a nivel mundial hasta superar los 120.000 millones de dólares. Así, estamos encontrando que firmas de servicios financieros como BNY Mellon presentan soluciones de análisis de datos basadas en la nube Azure de Microsoft y creadas específicamente para ayudar a los gestores a personalizar las carteras de inversión según sus preferencias ESG. «Lo que hace que el lanzamiento de estos innovadores productos cloud sea tan emocionante es que han sido diseñados para satisfacer las necesidades de nuestros clientes«, apunta Charles Teschner, director mundial de Datos y Análisis de BNY Mellon.
«ESG no es algo altruista, efímero y con pérdidas. Es algo real, en lo que cree la mayoría de las generaciones, especialmente las más jóvenes, con la cabeza, el corazón y el bolsillo», sentencia por su parte Chris Skinner, experto en tecnología financiera.
Como asignadores de capital, las compañías de servicios financieros –ya sean fintechs, bancos minoristas o agentes de inversión– tienen un papel fundamental en la configuración de un futuro más sostenible e inclusivo. Son los guardianes que vigilan las finanzas y a las organizaciones que avanzan con éxito en sus objetivos ESG.
Sea como fuere, a medida que madura el mercado ESG, el tema de las mediciones va ganando protagonismo.
Ausencia de estándares para medir los parámetros ESG
A diferencia de lo que ocurre con la medición y notificación de los resultados financieros, no existen normas intersectoriales claras para los reportes ESG. En su lugar, los datos relacionados con factores ESG suelen proceder de los informes y rankings de sostenibilidad que se declaran anualmente o que publican con periodicidad trimestral los proveedores de datos.
Para cubrir este vacío, organizaciones como el Foro Económico Mundial y el Consejo Empresarial Internacional (una comunidad de más de 120 CEOs de todo el mundo) han asumido el desafío de crear métricas comunes para la presentación de informes ESG. El manifiesto recientemente publicado por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible destaca la urgencia de tratar este asunto. “Las empresas ya están colaborando para abordar el reto de la transparencia y la coordinación de los datos. Pero es necesario trabajar más para compartir datos exhaustivos sobre las emisiones [y] establecer normas claras de adquisición para promover la descarbonización a través de la cadena de suministro”, recoge el documento del Consejo.
Asimismo, la Red de Bancos Centrales y Supervisores para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS, por sus siglas en inglés) ha publicado un dosier en el que se anima a los bancos centrales y supervisores a incorporar el análisis de escenarios para comprender mejor los riesgos económicos y financieros del cambio climático.
En última instancia, si las empresas de servicios financieros apuestan por ello, se traducirá en una menor inversión respecto a los esfuerzos de transformación verde que necesitamos realizar colectivamente. Es más, sin datos fiables y accesibles, no es posible que las empresas financieras y los operadores detecten con eficacia las oportunidades de inversión más prometedoras en materia de ESG, lo que podría obstaculizar el crecimiento económico y el progreso medioambiental y social.
La importancia de la gestión de datos
La capacidad de registrar, informar y actuar sobre los datos relacionados con criterios ESG se alza como un nuevo camino que deberá emprender cada organización. No hay una ruta establecida. Lo importante para las empresas es pensar en cómo se capturan y miden dichos datos, no solo para guiar sus esfuerzos internos hacia esta dirección, sino también para garantizar la transparencia con los agentes externos implicados, ya sean socios, clientes o inversores. Es fundamental también tener en mente la «S» y la «G» –Social y Gobernanza–, captando datos en torno a la sostenibilidad y al impacto total de los esfuerzos de una organización por comportarse de forma ética y avanzar en los objetivos sociales.
El cálculo del impacto medioambiental no puede realizarse de forma aislada por cada uno de los agentes sociales, sino que es el resultado del conocimiento profundo de la aportación de cada interviniente en la cadena de valor. Trasladarse a la nube es un paso fundamental para poder capturar y almacenar los datos internos y externos necesarios para esa medida, tanto estructurados como no estructurados. La nube ofrece, además de escalabilidad y eficiencia en el uso de capacidades analíticas, el acceso a modelos de datos estandarizados que faciliten la integración y compartición de información de manera homogénea en este ecosistema. Entre las variables susceptibles de evaluarse, pueden estar las emisiones de carbono directas e indirectas, el abastecimiento de materias primas y la gestión de residuos, incluso la igualdad salarial y la diversidad en el lugar de trabajo. Además, la inteligencia artificial y el machine learning desempeñan un papel clave en la automatización de la captura y el análisis de datos.
Por ello, el banco británico NatWest Group está trabajando con sus clientes empresariales para desplegar herramientas sustentadas en la plataforma cloud y la inteligencia artificial de Microsoft que les permitan comprender mejor su huella de carbono y la de sus redes de socios, de manera que puedan crear planes de acción a medida.
La consejera delegada de NatWest, Alison Rose, explica: «La lucha contra el cambio climático es uno de los mayores retos de nuestro tiempo. Como banco líder para las empresas en el Reino Unido, tenemos una importante responsabilidad -y la capacidad- de fomentar, permitir y liderar el camino en el Reino Unido para la transición a una economía de carbono Net Zero”.
Nuevos modelos de negocio
Ser capaz de utilizar los datos para informar con garantías sobre ESG genera confianza con todas las partes interesadas, desde los empleados hasta los inversores. Al mismo tiempo, es interesante constatar que el cambio para convertirse en una organización impulsada por los datos está creando modelos de negocio totalmente nuevos que potencian los ingresos mientras reducen las emisiones de CO2.
El banco holandés Rabobank ha desarrollado en colaboración con Microsoft una plataforma basada en la nube Azure que permite a los agricultores medir la cantidad de CO2 que producen y la cantidad que han secuestrado con la ayuda de sensores remotos por satélite y algoritmos de inteligencia artificial. Si la granja ha secuestrado más CO2 del que ha producido, la delta (esa diferencia) puede venderse a empresas que necesitan compensar sus propias emisiones de CO2. El objetivo es conseguir que más de un millón de explotaciones se incorporen a la plataforma.
Los agricultores ya están viendo los beneficios. El proyecto ha reducido las emisiones de carbono gracias a una mejor gestión del suelo, fertilizantes y aguas residuales. Además, el proyecto les ha permitido aumentar la calidad y consistencia de sus productos. La productividad de las explotaciones participantes ha aumentado entre un 15 y un 20% en tres años, y los ingresos se han incrementado en un 20%.
La fintech italiana Flowe, con la ayuda de Microsoft Consulting Services, ha diseñado una aplicación móvil dirigida a los millennials para enseñarles a llevar una vida más respetuosa con el medioambiente. «En Flowe, estamos promoviendo un paradigma económico completamente nuevo. Lo llamamos ‘Economía del Bienestar», en la que la mejora personal está totalmente alineada con la mejora de la sociedad y del medioambiente«, asegura Ivan Mazzoleni, cultural energy orchestrator de la firma.
En definitiva, la sostenibilidad se está introduciendo en los contextos financieros aportando valor y marcando el futuro hacia una transición verde rentable, necesaria y demandada. No obstante, queda un largo camino por recorrer en el que es preciso el compromiso de todos y la unificación de estándares.