No hay suficientes mujeres trabajando en ciencia y tecnología. Comencemos por educar a las niñas

Por Natalia Jaramillo, Directora de Educación en Microsoft para Andino Sur.

Tal vez uno de los factores que mayor potencial tiene para cerrar las brechas de género es la educación. Las cifras son elocuentes: según la CEPAL, un aumento del 1% en la tasa de alfabetización de las mujeres en América Latina y el Caribe se correlaciona con un aumento del 14% en la tasa de participación laboral femenina. Un estudio del Banco Mundial estableció que los obstáculos que impiden a las niñas completar 12 años de educación representan para los países pérdidas de productividad e ingresos que oscilan entre los USD 15 billones y USD 30 billones   y, globalmente, se estima que los ingresos por hora aumentan un 9 % por cada año adicional de escolarización.

Aunque América Latina ha hecho progresos significativos en la equidad de género en la educación y la brecha en la educación primaria se ha cerrado casi por completo, según la Unesco, solo el 48% de las mujeres completen la secundaria y solo el 27% la educación superior.

En la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), que son precisamente campos en los que las oportunidades de trabajo se encuentran en aumento exponencial, las mujeres están subrepresentadas: menos del 30% de los trabajadores en los campos de STEM son mujeres. Un reciente estudio de Michael Page revela que, al tiempo que la demanda por estos perfiles ha aumentado en 36%, sólo 17% de cargos asociados a estas carreras es ocupado por mujeres, y 83%, por hombres. Las razones de esta subrepresentación son variadas y complejas, y muchas de ellas están asociadas a los entornos educativos, sociales y familiares. El resultado es que el “pipeline” que alimenta a estas industrias de mayor dinamismo y mejor remuneración, está roto: simplemente no hay suficientes mujeres formándose en estas disciplinas. Un Estudio de la Universidad Javeriana demuestra que, aunque el número de personas graduadas de carreras STEM ha aumentado considerablemente en los últimos 20 años, sólo el 38% son mujeres y este promedio se ha mantenido igual desde el 2001.  Esto muestra claramente la necesidad de educar a las niñas y jóvenes para mejorar su participación en STEM, pero sobre todo el potencial que existe en impulsar el talento femenino como una fuente de mayor diversidad, competitividad e innovación.

¿Cómo podemos hacerlo? En primer lugar, es importante acompañar a las niñas desde los primeros años, pues las mujeres comienzan a desarrollar estereotipos de género a una edad muy temprana. Los mensajes prejuiciosos de que “las niñas no son buenas en matemáticas” o “no sirven para la ciencia”, suelen comenzar en el hogar, suelen ser comunicados por el diseño de los ambientes educativos, por los docentes y los compañeros en la escuela. Estos prejuicios pueden tener un efecto duradero en el rendimiento académico y en la elección de carrera. Para contrarrestarlos, debemos empoderarlas, darles confianza en sus habilidades sin sesgos de género y asegurarnos de que estén expuestas a modelos femeninos en STEM tanto en la vida real, en los contenidos educativos, los referentes culturales y en los medios de comunicación para que puedan verse a sí mismas en estos roles.

También es importante proporcionar oportunidades para que las niñas exploren STEM de manera experiencial. Varios estudios indican que las niñas son más propensas a interesarse en STEM si tienen la oportunidad de participar en el ejercicio y metodologías como la gamificación, la programación, la robótica y los escenarios de aprender haciendo (maker). Así que más que un diseño diferencial de rutas de aprendizaje o materiales específicos, se requiere una mayor intencionalidad en entusiasmar a las niñas para que desafíen los estereotipos y se lancen a experimentar, a equivocarse y a pensar diferente.

Educar a las niñas y jóvenes para mejorar su participación en áreas críticas como la ciencia y la tecnología no sólo genera mayores oportunidades para las mujeres y atraerlas a una industria que hoy cuenta con alto déficit de talento calificado. Es una herramienta para la vida. El foro económico Mundial estima que en 2030 el 77% de los trabajos estarán habilitados por tecnología. Crear esas habilidades en las mujeres es fundamental para que tengan un futuro laboral exitoso y será uno de los pilares esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible, donde la tecnología sea incluyente y libre de sesgos, y sirva a todos por igual.

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