Danah Boyd, Investigadora
Los chicos están (todavía) bien
¿Recuerdan “Weird Science” (Ciencia loca), la comedia de 1985 dirigida por John Hughes sobre dos jóvenes geek que utilizan su computadora, unos cuantos cables y una muñeca Barbie para diseñar a la mujer de sus sueños? Después de las chispas y las explosiones, el polvo se asienta y aparece una Kelly LeBrock parcialmente vestida en la puerta, lista para transformar a estos “ceros a la izquierda” en héroes.
Esta divertida película parodiaba los primeros sistemas de cómputo, aunque algunas de sus partes fueron proféticas. Las redes sociales en línea no solo permiten a los usuarios crear identidades y manipular las situaciones sociales, sino que también proporcionan datos reveladores sobre la evolución de la interacción humana.
El comportamiento de los adolescentes en internet es una de las principales áreas de estudio de la Investigadora Principal de Microsoft, danah boyd. Ella explora el tema en su nuevo libro “It’s Complicated: The Social Lives of Networked Teens” (“Es complicada: La vida social de los adolescentes en las redes”) (Yale University Press).
“Los adolescentes que en la actualidad crecen con la tecnología no son como los de mi generación”, dice boyd, de 36 años de edad. “Nosotros éramos unos absolutos geeks, freaks y marginados sociales. Y eso ahora es lo normal”.
Hace 20 años, entrar a internet ofrecía a boyd un escape de las pruebas sociales impuestas por la vida preparatoriana. De acuerdo con su libro, los adolescentes actuales utilizan los sitios de redes sociales para hacer justo lo opuesto: complementar sus actividades sociales con fotos, videos y conversaciones. De ese modo, los jóvenes hacen lo que siempre han hecho: pasar el tiempo en el lugar denominado “de moda”. Los adultos a quienes les preocupa la fuerza gravitacional que ejercen los medios sociales sobre los jóvenes pueden encontrar consuelo al saber que es el equivalente virtual del área de comida rápida de un centro comercial de la generación anterior.
boyd, que escribe su nombre con minúsculas en protesta a las mayúsculas y en honor a la tipografía de moda, asistió a la Universidad de Brown, donde se convirtió en un raro espécimen femenino en el campo de la computación. “Estudié Ciencias de la Comunicación porque quería desarrollar los sistemas que tanto me gustaban”, dice. “Sin embargo, pronto me di cuenta de que las preguntas que hacía eran en realidad sobre la manera en que la gente interactúa con esas tecnologías”.
Como estudiante de maestría en el grupo de medios sociales de MIT, boyd atrajo la atención de la antropóloga Genevieve Bell, directora de Investigación de Interacciones y Experiencias en Intel.
“danah solía hacer buenas preguntas en una época cuando había un gran interés, incluso cierto fetichismo, de los jóvenes por la tecnología”, dice Bell. “Y [danah] estaba dispuesta a realizar un trabajo más profundo para descubrir lo que eso significaba”.
boyd siguió el consejo de Bell y asistió a UC Berkeley para estudiar con antropólogos. Durante su transición de Ciencias de la Computación a Ciencias Sociales, boyd se encontró a sí misma en un ir y venir entre diferentes disciplinas mientras pasaba el tiempo en los círculos sociales del software en la época de Friendster.
“Una de las cosas que admiro de danah es su disposición para hablar sobre distintas disciplinas y ciencias”, dice Bell. (“También es admirable por sus gorras. Nunca la he visto sin una gorra en verdad extraordinaria sobre la cabeza”.)
Los hallazgos de boyd en Friendster respecto a la manera en que la gente interactúa en línea te podrían hacer añorar aquellos viejos días posteriores a las salas de conversación de AOL, previos a Facebook, cuando los motores de búsqueda arrojaban resultados incompletos y nadie sabía hacia dónde se dirigía la supercarretera de la información. Ahí está boyd, parada sobre la falla geológica en constante desplazamiento de las interacciones digitales emergentes, desde donde observa y analiza cada reverberación en su blog.
En una entrevista con The New York Times en el 2003, contó la increíble historia de dos jóvenes que crearon un perfil falso de mujer en Friendster. Después de que algunos hombres comenzaron a contactarla —y ambos empezaron a ver el mundo a través de la mirada de una mujer— la exterminaron. Era demasiado para ellos.
¿Suena conocido?
La prolífica investigación académica de boyd y su intensa actividad como bloguera la han convertido en una de las voces más solicitadas para hablar sobre el tema de la intersección de los humanos y la tecnología. Se ha convertido en una especie de pionera en el nuevo terreno de la antropología digital.
“danah ha dedicado una cantidad astronómica de horas a viajar por el país para hablar, hablar y hablar, largo y tendido, con los jóvenes sobre lo que sucede en sus vidas”, dice Clive Thompson, autor de “Smarter Than You Think: How Technology Is Changing Our Minds for the Better” (“Más inteligente de lo que crees: Cómo la tecnología está cambiando nuestras mentes para bien”). Thompson consulta con frecuencia el trabajo de boyd debido a su perspectiva fresca y honesta.
“Muchos expertos han expresado su opinión acerca de los supuestos males de la tecnología o de la superficialidad de los jóvenes o de los problemas de los ‘milenials’, pero francamente están muy mal informados, ya que ninguno de ellos se ha tomado la molestia de conversar con los jóvenes en cuestión”, agrega Thompson.
“Para mí, el valor de la investigación yace en la importancia de producir conocimientos para la sociedad”, dice boyd. “Gran parte de mi trabajo en Microsoft Research (MSR) da tranquilidad a la gente”.
Tomemos como ejemplo a los adolescentes, quienes en teoría están atados a sus teléfonos, son apáticos e indiferentes a la privacidad; quienes, en el peor de los casos, son víctimas del abuso cibernético y están deprimidos.
“Hay chicos que luchan de manera desesperada, y eso se ve en línea”, dice boyd. “En lugar de preocuparnos por los jóvenes y la tecnología, preocupémonos por los jóvenes que luchan. Se trata de entender no solo a nuestros propios hijos, sino también a las comunidades donde vivimos”.
Esa es la esencia de su próximo libro.
“La historia del libro reconoce que aquello que los adolescentes hacen con la tecnología tiene lógica si consideramos lo que siempre han hecho”, dice boyd. “En general, los chicos están bien en el sentido de que siempre han estado bien”.
“Debido a que ha conversado cara a cara con muchos jóvenes —no solo especulado sobre ellos desde la comodidad de su escritorio— ha descubierto que son muy similares a la generación que los precede”, dice Thompson. “Las inquietudes fundamentales son idénticas: ¿Le agrado a la gente? ¿Qué reputación tengo? ¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿Soy atractivo? Si les ‘La Ilíada’ y ‘La Odisea’, puedes ver que Telémaco tenía justo las mismas inquietudes”.
En lo que respecta a Microsoft, donde le pagan por trabajar en lo que le apasiona, comenta: “Siento que soy la chica más afortunada del planeta”. Además de MSR, boyd es profesora asistente de investigación en el departamento de Medios, Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York y miembro del Centro Berkman de Harvard. Ha escrito más de cien artículos, capítulos de libros, presentaciones para conferencias y artículos de blog sobre el papel de la tecnología en la seguridad, privacidad, explotación, discriminación racial y cultura juvenil en el Internet, entre otros, y colaboró como escritora en tres libros antes de escribir los suyos. En el 2013 fue nombrada “una de las mentes más influyentes en el mundo de la tecnología” por Time Magazine.
Bloguera desde mucho antes de que la gente supiera lo que es un blog, allá en 1998, boyd escribió sobre las tribulaciones de ser una estrella femenina en ascenso en el departamento de Ciencias de la Comunicación de Brown. Sus compañeros misantrópicos difundían rumores a través de redes primitivas que atribuían su éxito al hecho de ser mujer o de mantener relaciones románticas dentro del departamento. “Cuando yo nací”, escribió, “alguien debió haber marcado en mi certificado de nacimiento: ‘Mujer. Destinada a ser nada. No la motiven porque no tiene futuro’”.
Pero le ha ido bien, obviamente. Además, tal y como lo demuestra su trabajo, a pesar de que la tecnología avanza, la naturaleza humana sigue casi en versión beta. Entonces ¿Cuál es el panorama ahora que boyd, quien tuvo un hijo el verano pasado, es mamá?
“La tecnología será parte de su vida”, dice boyd. “Justo esta mañana me desperté y, después de leer libros juntos, decidí que era hora de bailar, de modo que encendí mi teléfono y escuchamos música en esa pequeña caja. Él sabe que esa pequeña caja produce música. Y ese objeto seguirá transformándose con el tiempo”.
Aunque parezca increíble, boyd apaga su teléfono y cierra su portátil durante un mes cada año. Todos los mensajes de correo electrónico llegan de manera directa a la basura. Dos días después de nuestra entrevista, boyd se desconectó y viajó a Argentina para ir de caminata con su pareja, Gilad Lotan, y su bebé, Ziv. Sí, de caminata. Con un infante.
“Nuestras vacaciones son improvisadas”, dice. “Que pase lo que tenga que pasar”.
Es similar a su enfoque en la tecnología. boyd acepta que su hijo interactuará con la tecnología en maneras que ella no siempre entenderá. Pero no importa. Su investigación no se centra en la tecnología, sino en las personas.
“Mi trabajo no es ser estar a la moda ni entender todas las tecnologías”, dice. “Mi trabajo es asegurarme de comunicarme de manera constante con él para que sea consciente de su interacción con el mundo”.