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Game Camp de Nueva Orleans crea oportunidades para una más diversa cartera de talentos en la industria de los videojuegos

Durante los últimos seis meses que han estado ocupados en el desarrollo de su primer videojuego, el equipo de Big Super Happy Fun Fun sabía desde el principio que su ciudad natal, Nueva Orleans, tenía que desempeñar un papel importante en él.

Esta vibrante ciudad, sinónimo de comida, música y arquitectura multiculturales, aparece en el juego de ritmo dibujado a mano por el equipo, Colin’s Crunchy Beets, a través de platillos característicos, música original de una banda local y en lugares emblemáticos mientras el personaje principal lucha por su camino a la victoria.

El juego todavía se encuentra en desarrollo, pero su progreso para convertirse en realidad es un testimonio de Xbox Game Studios Game Camp New Orleans – Powered by Unity, una experiencia que se desarrolló del 28 de septiembre al 25 de marzo en la que participaron 170 personas, mayores de 18, en todo Luisiana, organizados en 17 equipos (el programa reunió a alrededor de un tercio de las personas de diferentes disciplinas). Algunos equipos ya existían o fueron creados antes de aplicar a la experiencia.

Para Jon Broder, un dramaturgo y productor basado en Nueva Orleans que ha jugado videojuegos pero nunca supo cómo crearlos, ha sido una revelación trabajar como diseñador narrativo para Colin’s Crunchy Beets.

“Miles de personas en el sur nunca tienen la oportunidad de hacer este tipo de cosas”, comentó Broder, quien vive en el Barrio Francés, donde la presencia ubicua de músicos callejeros influyó en la sensación del juego. “Al colocarlo aquí, abrió una compuerta de oportunidades para la gente. También quisiera decir que la visibilidad de la equidad y la diversidad en los presentadores y las personas involucradas en el programa, en las reuniones, es en verdad genial de ver en el sur”.

Verduras animadas tocan instrumentos
Captura de pantalla de Colin’s Crunchy Beets

“La esencia de Game Camp’s está basada en la creencia de que hay un talento extraordinario en todas partes”, comentó Peter Zetterberg ,director senior en Xbox Game Studios. Él comenzó el primer campamento de videojuegos en su natal Suecia hace varios años, lo que serviría como el prototipo para la iteración de Nueva Orleans. Como en el campamento anterior, este buscó inyectar estructura, recursos y conexiones a la industria del juego en lugares donde esa infraestructura no estaba tan desarrollada como en los principales epicentros de la industria del videojuego. “Si brindamos las herramientas, el acceso y la motivación a las personas de cualquier condición social, brillarán y se sentirán impulsados para cambiar la trayectoria de sus vidas”.

Al trabajar con el jefe de recursos humanos de Team Xbox, Sharman Mailloux Sosa, también fue importante para Zetterberg que este campamento se basara en un grupo diverso de personas a menudo poco representadas en la industria: mujeres y personas de diversos orígenes raciales, socioeconómicos y étnicos.

“En ese momento teníamos varias iniciativas que pretendían atraer a más personas de color, en específico de raza negra, a la industria de los videojuegos”, comentó Melissa Boone, gerente senior de investigación de Xbox, que antes dirigió un grupo en Microsoft llamado Blacks at Xbox y es vocera del campamento. “Peter se me acercó después de escucharme hablar sobre esto y me preguntó, ¿Qué podemos hacer para aumentar la diversidad en la industria?”

Después de que Zetterberg le contó sobre el Swedish Game Camp, Boone se dio cuenta de que era una idea que podían importar con facilidad a los Estados Unidos. Nueva Orleans llegó a la cima de la lista de lugares potenciales debido a su distintiva cultura, una abundancia de colegios y universidades históricamente de raza negra (HBCU, por sus siglas en inglés) y a la reciente incorporación de una oficina para inXile, una compañía que pertenece a Xbox Game Studios, a Big Easy. Y cuando las escuelas y los estudios en el área comenzaron a difundir información sobre este campamento, el equipo de Xbox se dio cuenta que se habían encontrado con una floreciente escena de desarrollo de videojuegos, ansiosa por tener oportunidades para conectar y crecer.

Esta era una escena que Chris Douglas, nacido y criado en Nueva Orleans, conocía bastante bien.

Graduado de un Xavier, una HBC, y un exjugador competitivo de e-sports, fue gerente principal del programa de Microsoft para este campamento.

“Siempre he hecho mucho trabajo local con los videojuegos, dar a los chicos de color un lugar donde puedan tener consuelo y luego ver a alguien más que es como ellos”, comentó Douglas. “Trato de ayudar a la comunidad local a que se involucre en los videojuegos y, en específico, ayudar a sus padres a entender por qué es importante. No se trata solo de personas que juegan todo el día. Es una industria de 200 mil millones de dólares”.

Aunque había jugado baloncesto en la prestigiosa escuela de varones a la que asistía, supo desde el principio que quería hacer algo más con su vida.

“Todos te empujaban hacia los deportes o hacia la medicina, y lejos de cosas como los videojuegos”, comentó. “Así que desde que tenía 12 les decía que quería trabajar en Microsoft y que quería dedicarme en específico a los videojuegos”.

Selfies de 4 personas una al lado de otra
Miembros principales del equipo Big Super Happy Fun Fun

Se suponía que Game Camp comenzaría en la primavera de 2020, pero experimentó una pausa y un giro cuando quedó claro que la pandemia cancelaría las reuniones en persona. Surgió en el otoño de 2020 como un evento remoto, con Microsoft Teams para conectar a los campistas entre sí, así como para ayudarles a participar en paneles semanales, discusiones y mentorías con veteranos de la industria de los videojuegos mientras construían y presentaban un juego en un periodo de cerca de seis meses, proceso que finalizó en marzo de 2021. Aprendieron sobre los aspectos básicos del desarrollo, así como del aspecto comercial de la industria: analítica, mercadotecnia e investigación de usuarios.

En febrero, los equipos llevaron a cabo las presentaciones de sus juegos en progreso a un trío de jueces: Shannon Loftis (directora de estudio de World’s Edge Studio Microsoft), Chris Charla (director senior de contenido y curaduría en Microsoft) y Ken Lobb (director creativo en Xbox Game Studios). Los tres llegaron con décadas de experiencia en la industria de los videojuegos. Se parecía a los concursos de reality shows, pero con comentarios útiles y constructivos.

“No íbamos a permitir que la COVID nos impidiera ayudar a los demás, cuando esto se necesitaba más que nunca”, comentó Zetterberg. “De todas las empresas del mundo, nosotros somos los que podemos hacerlo”.

Unity, Adobe y Autodesk contribuyeron al campamento al regalar licencias gratuitas de sus kits de desarrollo de software y middleware. LinkedIn también contribuyó, al donar seis meses de suscripciones Premium gratuitas para todos los campistas.

En última instancia, más allá de la pandemia, que afectó de manera directa a algunos de los campistas, los equipos también tuvieron que lidiar con varios huracanes y cortes de energía. Los equipos participantes también cambiaron con el tiempo, pues algunas personas no pudieron quedarse hasta el final. Pero ellos, como Nueva Orleans, se mantuvieron decididos en su jornada para dar vida a sus juegos.

Mujer en traje distópico con una guitarra en la espalda

En el juego del equipo Boy Howdy, Sounds of the Wasteland, Kali es una heroína que es uno de los últimos seres humanos en la Tierra, que intenta sobrevivir en un mundo postapocalíptico con ángeles, demonios y músicos acabados.

El origen de la idea es una jornada conocida para Lou Hill, un músico de gira de la banda Water Seed, con sede en Nueva Orleans, que ha conducido de ahí a Los Ángeles y viceversa varias veces.

“Nuestra heroína se comienza a descubrir a sí misma y trata de averiguar por qué está en esa situación”, comentó Hill. “Descubre todas estas cosas y trata de no perderse en ese espacio”.

Paisaje postapocalíptico con un helicóptero en llamas
Captura de pantalla de Sounds of the Wasteland

A Hill le gusta el anime, las novelas gráficas y jugar videojuegos, y su área de experiencia técnica es en la grabación de música, la ingeniería musical, diseño de sonido para películas y videojuegos, y la composición de bandas sonoras y música para películas.

Su compañero de equipo, Jonathan Lai, tiene experiencia en diseño de producto y está en la escuela de posgrado de LSU, donde estudia medios digitales. Como un ávido jugador de PC desde la escuela secundaria, Lai creció mientras jugaba los juegos que le regalaban sus tíos que trabajaban en Microsoft.

También hizo un viaje en carretera por el país, hace un año, para llegar a Baton Rouge, desde Seattle, un viaje que ha hecho varias veces.

“A nuestro equipo le encantó la dualidad de conducir durante largas y mundanas horas a través de un paisaje desértico, lo que es la tarea crucial que permite que siga el espectáculo. La lucha de Kali por la supervivencia, en un apocalipsis dominado por músicos en conflicto, es a la vez caprichosa y épica”, mencionó Lai.

En la vida real, el campamento validó lo que Hill ya sabía sobre la lucha de reconocer la amplitud de la creatividad y las habilidades en todo Luisiana.

“El campamento muestra, de manera exitosa, que este talento fue tomado aquí mismo, de esta región, y pudo llegar a cosas asombrosas. Con suerte, animará a más personas a buscar talento en esta área”, comentó Hill.

Dos manos moradas sostienen un pasillo
Captura de pantalla de Echo, que muestra un pasillo

Mientras que los equipos Big Super Happy Fun Fun y Boy Howdy eran desconocidos entre sí antes de Game Camp, otros campistas se conocían de tiempo atrás y entraron como equipo.

Los miembros fundadores de Ghost Garden se conocieron en una escuela secundaria para niñas y evolucionaron hasta convertirse en un estudio de juegos creado en su ciudad natal, a través de jams de juegos y otros eventos, a pesar de que están dispersas en diferentes universidades y ciudades. En la universidad, estudian ingeniería de software / ciencias de la computación, arte digital, sistemas de la información y ciencias empresariales. Una de ellas, exprofesora de su escuela secundaria, cursa una maestría en ciencias de la computación.

Se enteraron del campamento por un evento que organizó LSU para que los estudiantes conectaran con personas que trabajan en la industria local de videojuegos.

Su juego, Echo, fue obra de un amor nacido en su escuela secundaria, en 2015.

Varias versiones del personaje Echo
Las muchas iteraciones de Echo a lo largo de los años

“Leslyanne, nuestra diseñadora de sonido, se preguntó, ‘¿Qué pasaría si tuvieras un videojuego y jugaras como una onda de sonido?’ Pensamos que era una idea loca pero que podría funcionar. Comenzamos a preguntarnos, ¿Qué le duela a una onda sonora, cómo funciona el sonido? Y Asher, ¿La puedes dibujar para nosotras?”, comentó Kathryn Nastasi, productora y artista técnica.

Echo es el personaje principal, una onda de sonido que viaja a través de un edificio de apartamentos en cierre, una completa coincidencia dada la cantidad del mundo que entró en esa misma situación el año pasado. A lo largo de los años, Ghost Garden continuó con la construcción de un mundo en un entorno elaborado, y ellas han creado otros juegos, pero Game Camp hizo que centraran todas sus energías en Echo.

“Eso fue lo que nos unió como grupo”, comentó Nastasi. “Queríamos llevar eso a un juego y luego Game Camp nos lo permitió”.

“Si me dijeras en la secundaria que haríamos esto y que tendríamos la oportunidad de convertirlo en algo real, me habría vuelto loca”, comentó Asher Lejeune, artista principal y animadora.

“Sentí que podía aprender y crecer con mi comunidad en luisiana. Fue algo increíble. Estoy muy agradecida de que hayan decidido venir aquí”, comentó Nastasi.

Ellas ven a Game Camp como un trampolín para construir algo mucho más grande.

“Queríamos aprender todo lo que pudiéramos, conocer y hablar con tantas personas como fuera posible y, con suerte, hacer algo real a partir de eso”, comentó Nastasi. “Todas queremos perseguir esto como parte de nuestras carreras y nos apasiona mucho contar estas historias”.

Foto del equipo en una acera, con máscaras, alrededor de una mesa de picnic rosa
El equipo F in Chat en una rara reunión presencial

El equipo F in Chat también se conocía antes de Game Camp, ya que los miembros principales del grupo trabajaban en DXC Technology, una empresa que se especializa en aplicaciones de realidad extendida. Como la mayoría de los demás en el programa, trabajaban en empleos de tiempo completo mientras que también colaboraban en su juego y asistían a sesiones en línea.

Su juego, Escapism, es la evolución de la premisa de una sala de escape a una aventura de terror sobrenatural en primera persona. El personaje principal es un prisionero que tiene que esconderse, luchar y resolver acertijos para escapar.

“No sabes dónde estás, no sabes qué es lo que haces, sólo tratas de escapar, lo que refleja mucho de lo que pasó el año pasado”, comentó Sabrina Cuevas, directora creativa del equipo. “No fue algo intencional, pero todos han tenido una experiencia única en 2020”.

Silueta de colinas con una puesta de sol detrás
Captura de pantalla de Escapism

Su equipo de 12 personas, esparcido en Baton Rouge, Nueva Orleans y San Diego, tuvo algunos desafíos durante los seis meses de Game Camp: huracanes que provocaron cortes de energía, enfermedades relacionadas con COVID, hacer malabares con las obligaciones familiares/cuidado infantil con el trabajo de tiempo completo. Y echaban mucho de menos poder colaborar en persona. Pero los beneficios superaron cualquier contratiempo.

“Para mí, a nivel personal, Game Camp me ha dado este espacio para intentar construir un juego y permitirme ser tan creativa y tener tantas ideas, y luego tratar de organizarlas todas en un producto real, en algo que, en esencia, puede ser viable que podamos construir”, comentó Cuevas. “Y he ayudado casi en todas las partes del juego que he podido, lo que ha sido increíble. No sé de dónde más podrían haber obtenido este tipo de experiencia, de poder estar tan involucrados en el proceso de construcción desde el principio hasta ahora”.

Y para Merilly Ruglas, diseñadora y directora de proyectos para el equipo, que creció mientras jugaba Final Fantasy 8, la experiencia presentaba un futuro esperanzador.

“Crecí en una familia muy pobre. Nunca imaginé que algún día trabajaría en la creación de un videojuego”, comentó. “Así que, tan solo tener esta experiencia me ha cambiado la vida. He aprendido que en verdad soy capaz de hacer esto. Es difícil, consume mucho tiempo, pero es posible”.

Imagen principal: Captura de pantalla de Echo, que muestra el hub en el juego (Ghost Garden Games)