Ir al contenido principal

En el mundo actual, la EQ es tan importante como el IQ, pero más difícil de integrar al plan de estudios. ¿La tecnología es la respuesta?

La escuela: Una montaña rusa emocional

En 2015, el Yale Center for Emotional Intelligence (YCEI), en asociación con la Fundación Born This Way, encuestó a 22 mil estudiantes de secundaria. Cuando a los estudiantes se les preguntó cómo se sentían en la escuela, las respuestas más comunes fueron “cansado”, “estresado”, y “aburrido”. Pero cuando se les preguntó cómo querían sentirse, las tres principales respuestas fueron “feliz”, “con energía”, y “emocionado”.

¿Qué tan claro pensamos cuando estamos cansados, aburridos y estresados? ¿Qué tan inventivos podemos ser? ¿Nuestros estudiantes dejan la escuela con la sensación de sentirse inspirados y consumados, o temen regresar?

En el nuevo libro, Permission To Feel, son revisadas casi tres décadas de investigación que muestran que descontar o evitar cómo se siente un niño (o un adulto) puede afectar su capacidad de aprender, tomar decisiones informadas, desarrollar relaciones positivas, rendir al máximo, y experimentar un sentido de bienestar.

Marc Brackett & Mark Sparvell

La investigación notó que 40% de los educadores no enseñan o incorporan habilidades sociales y emocionales debido a falta de tiempo, apoyo, y a un plan de estudios estandarizado de manera rígida, entre otros desafíos.

El primero, que estudió a la clase de 2030, reveló que niveles más altos de habilidades sociales y emocionales eran dos veces igual de predictivos de logros académicos en comparación con el entorno doméstico o la demografía social de los estudiantes. El segundo estudio – Emotion and Cognition in the Age of AI – exploró cómo los sistemas escolares alrededor del mundo daban prioridad y abordaban el aprendizaje social y emocional (SEL, por sus siglas en inglés) y el bienestar del estudiante, así como el rol que la tecnología puede jugar.

La investigación, conducida por The Economist Intelligence Unit y apoyada por Microsoft, mostró una tensión similar a la del trabajo realizado en Yale. Aunque 80% de los educadores dijo que la inteligencia emocional es crítica para el éxito académico, sólo un poco más de la mitad reportó que su escuela la había integrado de manera formal para apoyar el bienestar del estudiante. La mayoría dijo que les faltaba tiempo y recursos para apoyar este esfuerzo, 71% dijo que el cambio tenía que comenzar con los líderes escolares y de distrito, donde está la menor cantidad de desarrollo profesional.

La investigación Clase del 2030 también notó que casi 40% de los educadores no enseñan o incorporan habilidades sociales y emocionales debido a falta de tiempo, apoyo, y a un plan de estudios estandarizado de manera rígida, entre otros desafíos. Esta tendencia continúa incluso fuera de las estructuras educativas tradicionales.

El recién publicado reporte de la Comisión Europea, la cambiante naturaleza del trabajo y las habilidades en la era digital, exploró el aprendizaje permanente a través de la Unión Europea y afirma que la creatividad, la innovación y el espíritu empresarial no han sido temas importantes dentro de la educación y el entrenamiento vocacional.

Sin embargo, las personas que utilizan sus emociones con sabiduría son más capaces de concentrarse, aprender, hacer juicios sólidos, construir relaciones saludables, y ser creativas. Así que, ¿Cómo conciliamos la importancia de fomentar la inteligencia emocional con las presiones que enfrentan los profesores y las escuelas?

Las organizaciones necesitarán empleados que hayan desarrollado una sólida inteligencia emocional para la comunicación e innovación necesarias en este nuevo mundo del trabajo.

Los avances tecnológicos crean disrupciones en la fuerza laboral, pues se predice que la automatización reemplazará hasta 50% de los trabajos existentes tan sólo en Estados Unidos. Las ocupaciones asociadas con tareas predecibles y rutinarias disminuirán. Al mismo tiempo, las ocupaciones de más rápido crecimiento requerirán habilidades cognitivas más altas, y 30 a 40% de los empleos en crecimiento tomarán en cuenta de manera importante las habilidades sociales y emocionales.

Las organizaciones necesitarán empleados que hayan desarrollado una sólida inteligencia emocional para la comunicación e innovación necesarias en este nuevo mundo del trabajo. Y necesitarán gente que pueda combinar esas habilidades con conocimientos digitales para trabajar con otros en diferentes lugares y espacios, incluido el espacio en línea.

Enseñar habilidades emocionales es un ajuste natural dentro de los amplios esfuerzos por integrar la tecnología en el aula.

Una manera de que esto se desate es a través de aplicaciones y juegos que desafíen a los estudiantes a trabajar en conjunto para resolver problemas y alcanzar metas colectivas.

Resolver un problema como grupo requiere la capacidad de reconocer y regular las emociones propias de manera precisa. Por ejemplo, el acceso a ambientes del tipo caja de arena como Minecraft: Education Edition permite a los estudiantes aprender en un espacio social en línea, que aprovecha los elementos de los videojuegos para motivar y estimular la curiosidad. Hour of Code (la Hora del Código), un esfuerzo mundial para celebrar las Ciencias de la Computación iniciado por la organización no lucrativa Code.org, es una gran oportunidad para que las escuelas lleven la innovación y la educación digital al aula – y utilizar esas habilidades para discutir y explorar la inteligencia emocional requerida para trabajar en conjunto y aprender algo nuevo en un entorno colaborativo.

La Hora del Código se realiza durante la Semana de la Educación en Ciencias de la Computación, que en 2019 se llevó a cabo del 9 al 15 de diciembre. Los educadores pueden aprovechar los recursos desarrollados por la organización no lucrativa y sus socios, que incluyen a Microsoft, para llevar la codificación al aula y utilizarla como una herramienta para fomentar y evaluar la inteligencia emocional.

Children at modern school facility

El aprendizaje social y emocional siempre ha sido importante en la educación.

Nuestro sistema académico actual nos ha puesto al borde de una grave decadencia en el estado emocional de nuestras escuelas. Si vamos a despertar la creatividad de los niños y apoyarlos para que sean futuros innovadores, necesitamos tomar en serio el desarrollo social y emocional en conjunto con sus logros académicos – y aprovechar la tecnología para apoyar a los profesores a hacerlo.

Los sistemas escolares deben encontrar una manera de medir el bienestar emocional y las habilidades relacionadas con las emociones de estudiantes y profesores, si en verdad van a aprovechar su importancia. Apoyarse en reportes anuales, que por lo general son anecdóticos, junto con pruebas estandarizadas no le da al EQ (Inteligencia Emocional) la importancia que merece.

El aprendizaje social y emocional siempre ha sido importante en la educación. El cambio en el desarrollo de estas habilidades es ahora fundamental, no ornamental, si queremos formar una futura fuerza laboral más feliz, más motivada y más entusiasta.

Marc Brackett es el director del Yale Center for Emotional Intelligence y autor del libro Permission to Feel: Unlocking the Power of Emotions to Help our Kids, Ourselves, and Our Society Thrive. @marcbrackett

Mark Sparvell, licenciado y maestro en educación, es un educador, ex director de escuela, y líder de educación para Microsoft Education. Mark lidera a una comunidad para la práctica docente y SEL http://bit.ly/SELinEDU y es miembro del comité directivo de KARANGA, un comité global de defensa de SEL apoyado por Salzburg Global Seminar. @sparvell