Una visita al custodio de la seguridad más confiable de América
Los Muppets tienen al Dr. Bunsen Honeydew, y UL tiene a John Drengenberg.
“Nunca metas papel de aluminio en el horno de microondas”, dice Drengenberg mientras corta un buen pedazo de papel de aluminio y lo introduce en un horno de microondas de color blanco. Pone cinco minutos en el cronómetro y pulsa el botón de comenzar, lo que inicia un impresionante espectáculo de luces y efectos sonoros de ciencia ficción que me hizo estremecer. No obstante, la niña de ocho años que llevo dentro no pudo evitar inclinarse hacia delante, con la mirada atónita.
Drengenberg aleja la vista de la tormenta de luces y al ver la expresión de mi rostro ríe y exclama: “¡Oye, no hagas lo que hacemos, haz lo que decimos!”.
En UL, no se pretende causar un jubiloso caos de experimentos peligrosos por simple curiosidad o para tener un tema de conversación en las cenas, sino que se trata de ciencia pura, de probar e inspeccionar y auditar y certificar y validar para ayudar a garantizar que las cosas que los humanos hacemos a diario sean seguras. UL coloca su sello en 22,000 millones de productos, sistemas y materiales cada año; el hogar norteamericano promedio cuenta con por lo menos 125 objetos con el sello de UL, desde paneles de yeso y extintores de fuego hasta lámparas y colchones.
Pocas personas saben lo que significa que una rasuradora o una impresora estén adornadas con un pequeño círculo que contiene las letras “UL”. Otras no tienen ni idea de que existe una compañía cuyo único objetivo es hacer que el mundo sea más seguro.
“Lo sepa o no la gente, el sello de UL está en todas partes. Está a tu alrededor en tu casa, en tu transporte, en la oficina, en el gimnasio, incluso en los campamentos en medio de la nada. “Desde hace 120 años, el sello de UL ha adornado los artículos de uso diario, grandes y pequeños. El sello indica algo muy importante: el producto se ha probado rigurosamente y se ha certificado como seguro”.
Impacto y Asombro
Como director de seguridad para productos de consumo, Drengenberg no realiza la demostración del horno de microondas para causar impacto o asombro, sino para explicar que en ocasiones puede introducirse papel de aluminio por accidente, y que los hornos de microondas deben poder tolerar un pedazo errante de metal en una papa o en una bolsa de palomitas, sin explotar, derretirse ni incendiar la casa.
La idea original de Drengenberg, ingeniero eléctrico, era trabajar en UL durante sólo un año mientras se decidía por una especialidad. Eso fue hace 49 años. En este tiempo, se ha convertido en una especie de leyenda y en el vocero de facto de la compañía —una verdadera enciclopedia viviente de todo lo que sucede en UL—. Con frecuencia funge como la cara de la compañía, ya sea para grabar un anuncio de servicio público con Los Muppets o participar en entrevistas sobre temas de seguridad con medios nacionales e internacionales. Puede hablar sobre escaleras con “This Old House” un día y acerca de cómo cocinar pavo con The Wall Street Journal al día siguiente. Hasta ahí llegó su intento por especializarse en algo.
Más tarde lo acompañé a una prueba de caída. Una pequeña esfera plateada del tamaño de una bola de bocha cuelga del techo esperando ser arrojada contra un artículo eléctrico pequeño. La colisión está diseñada para simular la fuerza a la cual una persona dejaría caer un objeto, tal como un reloj despertador o una secadora de pelo. Aunque el artículo se rompa y salgan volando pedazos de plástico, supuestamente debe contar con la suficiente integridad estructural para que un niño no pueda introducir su dedo y llegar a los cables. Para verificarlo, los encargados de la prueba utilizan un pequeño pedazo de plástico del tamaño del dedo de un niño (lo llaman “el dedo de UL”).
“No es sólo un montón de chicos y chicas golpeando secadoras de pelo con martillos. Nuestra prueba está bien establecida, ya que hemos desarrollado estos estándares a lo largo de muchos años”, dice Drengenberg. “Si alguna vez has visto un producto o una máquina en funcionamiento en cualquier parte del mundo, lo más seguro es que de una manera u otra haya pasado por alguno de nuestros laboratorios. Por ejemplo, un detector de humo de $9 dólares tiene que superar 50 pruebas diferentes antes de llegar al mercado”.
La sede de UL en Northbrook, Illinois, se encuentra en un terreno de 405,000 metros cuadrados lleno de espacio para estacionamiento, jardines bien arreglados y edificios engañosamente sencillos. Cualquiera que pase por ahí jamás sospecharía que todos esos edificios de color crema albergan una impresionante colección de instalaciones para prueba, con laboratorios tan espectaculares que Bill Nye, conocido como “el chico de la ciencia”, suele visitarlos de vez en cuando.
Con anteojos de seguridad y a veces cascos, vamos de sala en sala. Para los ignorantes (yo), se asemeja a un interminable laboratorio de biología universitario, pero con las historias de Drengenberg, es como sumergirse en los mejores episodios de “Mr. Wizard” y “Mythbusters”.
Hay una sala de lluvia, donde los técnicos pueden simular un aguacero torrencial para verificar que los productos resistentes al agua sean en verdad resistentes al agua. Hay una sala con un ventilador a alta velocidad diseñado para simular vientos de categoría de tornado (y lo que éstos ocasionan en estructuras como los tejados). En uno de los laboratorios de UL en Carolina del Norte, hay incluso una alberca de tamaño completo con plataformas de clavados para probar los dispositivos de flotación.
“Contratamos a mamás y sus hijos para que salten en la alberca y podamos probar los dispositivos de flotación. Evaluamos cada uno de los dispositivos salvavidas que utiliza la Guardia Costera”, dice Drengenberg, y agrega de manera considerada: “La alberca tiene calefacción”.
En los laboratorios de la sede de UL hay espacios llenos de circuitos y focos, máquinas tragamonedas y camas de hospitales, hornos y secadoras de ropa, cables y materiales de construcción, cajeros automáticos y cristales antibalas. Cuando le pregunto acerca de la sección del laboratorio donde se encuentran dos puertas de cochera de tamaño normal, Drengenberg responde que UL evalúa una variedad de mecanismos para abrir puertas eléctricas. De hecho, él es una de las personas que desarrolló la norma de seguridad que exige que las puertas eléctricas contengan un “ojo”, es decir, un sensor de seguridad en la parte inferior que evita que la puerta aplaste a la gente.
Cada año, en uno de sus numerosos espacios para pruebas de fuego, UL coloca una variedad de disfraces de Halloween para niños y les prende fuego con el fin de demostrar lo alarmantemente inflamables que pueden ser y lo importante que resulta mantener a los niños disfrazados alejados de las calabazas encendidas.
“Esa demostración es muy popular con los medios”, dice Drengenberg.
También cuentan con un enorme laboratorio lo bastante grande para albergar una casa, o dos. En serio, pueden construir y amueblar una casa de tres recámaras y prenderle fuego para probar, entre otras cosas, la velocidad a la cual se incendia según los materiales que se encuentren dentro. Uno de los principales beneficios de estudiar la ciencia del fuego es enseñar a los bomberos la manera en que está cambiando la dinámica de los incendios residenciales. Incluso, UL realiza pruebas de fuego en casas de mediados de siglo y casas modernas, ambas amuebladas de acuerdo a la época. Los resultados son alarmantes.
“Antes, la gente tenía en promedio 17 minutos para salir de la casa en cuanto se activaba la alarma del detector de humo. Ahora, debido al predominio de materiales plásticos, solo cuentan con tres o cuatro minutos”, dice Drengenberg. “Hacemos que la gente se vaya de aquí sintiéndose paranoica. Asegúrense de revisar las baterías en todos sus detectores de humo cuando lleguen a casa”.
Le comento a Drengenberg que no sabía que existía una compañía por ahí que se asegurara de que el revestimiento de los cables de banda ancha no fuera combustible, o que una puerta pudiera tolerar las llamas durante un cierto periodo de tiempo.
“Me encanta que la gente diga eso”, afirma. “Tenemos 120 años de experiencia en analizar y evaluar las cosas que nadie toma en cuenta”.
“Una innovación algo peligrosa”
Para poder contar la historia de UL tenemos que remontarnos a 1893, cuando Chicago llevó a cabo la primera Feria Mundial, un evento masivo de varios meses para conmemorar el 400 aniversario del viaje de Cristóbal Colón a América.
No es fácil evitar caer en una discusión interminable sobre historia al hablar acerca de la feria. La “Ciudad Blanca”, de 2.5 kilómetros cuadrados y 200 edificios en la costa del Lago Michigan, lo tenía todo: arte, cultura, ciencia, política e incluso asesinato, tal como se ilustra en el libro de Erik Larson “The Devil in the White City: Murder, Magic, and Madness at the Fair That Changed America” (El diablo en la ciudad blanca: asesinato, magia y locura en la feria que cambió América”.
“Ese libro es una lectura obligatoria por aquí”, dice Mike Nuteson, director de recursos y arquitectura en UL.
La Feria Mundial de Chicago fue donde Henry Ford vio por primera vez un motor de combustión interna, lo cual despertó su imaginación para trabajar en un carruaje que no necesitará caballos. En la feria, la cerveza Pabst ganó un listón azul (blue ribbon, por el término en inglés) y se cambió el nombre a Pabst Blue Ribbon. ¿Otros productos norteamericanos por excelencia que surgieron a partir de la feria de 1893? Las palomitas Cracker Jack, la goma de mascar Juicy Fruit, la rueda de la fortuna, las lámparas fosforescentes y la pintura en aerosol. También fue la primera vez que se exhibió una nueva y emocionante tecnología: la electricidad.
La Ciudad Blanca fue la primera feria mundial iluminada por electricidad, lo que sin duda contribuyó a la rápida difusión de la corriente alterna en los años siguientes. Dado que la electricidad era una tecnología tan nueva, y la feria un proyecto tan grande, los trabajadores no siempre sabían cómo ponerla a tierra, aislarla ni instalarla correctamente, lo que daba lugar a toda clase de peligros.
“Podía tratarse de una innovación bastante peligrosa”, dice Jamieson. “Había inquietudes sobre incendios y choques eléctricos, de modo que las compañías de seguros de la Feria Mundial le pidieron a William Henry Merrill, un ingeniero eléctrico de 24 años de edad de Boston, que viniera a investigar cómo instalar esta tecnología de manera segura”.
Merrill nunca regresó a Boston. Se quedó en Chicago y gastó $350 dólares para formar una compañía nueva, Underwriters Laboratories, donde continuó probando y desarrollando normas de seguridad para la electricidad y el sinfín de tecnologías nuevas que se estaban introduciendo en el mercado.
“La mayoría de las compañías no comienzan por el por qué, sino por el qué. Existe un plática realmente interesante de la organización TED sobre este tema impartida por Simon Sinek”, dice Jamieson. “UL comenzó por el por qué, y la respuesta era para hacer del mundo un lugar más seguro. Eso está cambiando conforme los tiempos cambian. En ese entonces se buscaba que la electricidad fuera segura. Hoy se busca crear un mundo más seguro para los pagos con tarjeta de crédito, para los dispositivos móviles, para trabajar en el Internet, para todo tipo de cosas que Merrill ni siquiera imaginaba en los años 1800”.
La pregunta es, entonces, ¿cómo mantenerse fiel a ese valioso legado pero también adaptarse a un mundo en constante cambio? ¿Cómo conservar las normas que se establecieron hace más de un siglo para, por ejemplo, las puertas resistentes al fuego, pero también establecer normas nuevas para cuestiones como la sustentabilidad, la energía renovable o la nanotecnología?
“Todos, desde nuestro presidente hasta todos nuestros ingenieros, se preguntan cómo permanecer relevantes e innovadores en un mercado que cambia tan drásticamente. La definición de seguridad ha cambiado de manera radical en los últimos 120 años”, dice Nuteson. “La gente no solía pensar en la calidad del aire en lugares cerrados ni consideraba cómo apagar un incendio en un auto eléctrico; tampoco le preocupaba las consecuencias de tener un pequeño dispositivo pegado al oído durante ocho horas al día. Tenemos que emprender esa curva de innovación desde la industria”.
El círculo de la confianza
Jamieson, antiguo Infante de Marina, dirige el área de seguridad digital de UL con una impresionante calidez y tranquilidad, algo que para otros podría ser un trabajo frenético y estresante. Atribuye su ecuanimidad a uno de sus comandantes de batallón, quien, a pesar de los cientos de balas que pasaban zumbando, recorría tranquilamente la fila para asegurarse de que todos estuvieran en posición. Le causó un profundo impacto.
“Pensaba: ‘Si algún día me convierto en alguien, espero parecerme a este tipo’”, dice Jamieson.
Hoy en día, Jamieson acude todos los años a la conferencia de seguridad informática Black Hat en Las Vegas, pero en lugar de hospedarse en algún hotel de la calle principal, reserva un lugar en las montañas y sale a caminar muy temprano por la mañana antes de asistir a las sesiones.
“Luego, cuando termina la conferencia, voy en auto a Lone Pine, California, y escalo el Monte Whitney en un día, un sendero de unos 35 kilómetros a una altura de 2.5 a 4.5 kilómetros, y de regreso”, dice. “Hasta ahora me toma cerca de 14 horas, pero estoy intentando bajar a 12”.
Le encanta contar historias, ya sea sobre temas técnicos como el impacto de la Ley de Moore o de la forma en que UL utiliza Clippy, el sujetar de papel animado de Microsoft, para defenderse de los ataques cibernéticos.
“Supervisamos todos los puertos de nuestros servidores, y si alguien está lanzando un ataque de fuerza bruta en uno de nuestros servidores, el Sr. Clippy aparece y nos dice a través de una pequeña ventana: ‘Veo que están lanzando un ataque de fuerza bruta. ¿Puedo ayudarlos?’”, dice Jamieson. “Ahora, piensa que tú eres el atacante y, de pronto, aparece el Sr. Clippy y te pregunta si te puede ayudar con tu ataque de fuerza bruta. Lo más seguro es que intentes salir de ese sistema lo más rápido posible y encontrar otro lugar donde no esté el Sr. Clippy”.
(Sin ofender al Sr. Clippy, desde luego.)
Además de molestar a Jamieson por su locuacidad, Nuteson es su correvolucionario en la lucha por convertir a UL en una compañía digital, una empresa que no solo utilice la nube para promover la comunicación y colaboración entre los empleados y los clientes en todas partes del mundo, sino también para almacenar y compartir de forma segura una extensa cantidad de información importante. Sin embargo, no siempre fue así.
“Siempre decimos que existen dos tipos de compañías: aquellas que han cometido violaciones de seguridad y lo saben y aquellas que han sufrido violaciones de seguridad y aún no lo saben”, dice Jamieson, el vigía de la seguridad y quien al principio no estaba convencido de que UL debía adoptar Microsoft Office 365 y Microsoft Azure.
“Bob fue un cliente difícil cuando se planteó el riesgo que implicaba sacar nuestra propiedad intelectual fuera de nuestros cuatro muros y llevarla hacia una plataforma basada en la nube de Microsoft. Desconfiaba de todo lo relacionado con la nube. Básicamente, queríamos asegurarnos de que podíamos confiar en Microsoft desde una perspectiva de seguridad. Por lo tanto, decidimos viajar a Redmond para asistir a una sesión informativa. Bob nos acompañó y comentó que pensaba hacer todas sus preguntas difíciles. Al regreso, había sufrido una total metamorfosis”, dice Nuteson. “Si el lunes era una oruga, para el jueves que volvimos ya se había convertido en una hermosa mariposa”.
Jamieson comenta que cuando visitó Microsoft conoció a otras personas que, como él, estaban obsesionadas con la seguridad. Lo escucharon detenidamente y lo presentaron con el equipo técnico indicado para asegurar que las demandantes necesidades de UL se satisficieran conforme la compañía migrara por completo a la nube.
Nuteson, un alegre y bromista campeón de las parrilladas que dedica su tiempo libre a guiar caravanas de vehículos todo terreno en viajes de campamento primitivos, afirma que ha sido sumamente gratificante ayudar a llevar el rico legado de UL hacia la era digital. Sin embargo, convertirse en una compañía digital no tiene nada que ver con digitalizar cosas, asegura, sino con cambiar la manera en que los empleados colaboran y se comunican, tanto entre ellos mismos como con los clientes.
“Supongo que si te acercas a un empleado o a un cliente y le preguntas qué tecnología nueva acabamos de implementar, no podría decirte que se encuentra en la nube de Microsoft. Pueden o no haber escuchado de Office 365 o Azure. Eso, para nosotros, es algo bueno”, dice Nuteson. “Si ofrecemos servicios de alta calidad a nuestros colegas y clientes, y ese proceso de entrega es transparente para ellos, entonces significa que hemos cumplido con nuestro trabajo”.
UL se encuentra en transición de una compañía de seguridad tradicional a una digital. Eso implica no sólo cambiar la velocidad a la cual la compañía avanza y ayuda a sus clientes a avanzar, sino que también transforma la manera en que UL almacena y protege la información.
“Como podrás imaginarte, con el paso del tiempo hemos acumulado una cantidad inmensa de información de una cantidad inmensa de productos. Y nuestros clientes no sólo confían en que conservaremos su información, sino que realmente nos aprecian por la manera en que les permitimos utilizarla”, dice Nuteson. “Si los clientes no pueden confiarnos sus secretos, no tenemos nada que hacer en este negocio”.
Los laboratorios de UL están equipados con una vasta cantidad de sensores para medir y recopilar datos de sus pruebas, datos que se registran directamente en las hojas de cálculo en las computadoras de los ingenieros, y con frecuencia en gráficas que les ayudan a ver lo que está sucediendo. Los clientes pueden acceder a los resultados más recientes de las pruebas (datos esenciales para poder comercializar sus productos) a través de un sitio SharePoint seguro y personalizado.
Además de evaluar la seguridad de los productos, UL está aplicando su experiencia en otras áreas del hogar y del trabajo, tales como la calidad del aire en espacios cerrados, la seguridad de las transacciones financieras y el medio ambiente. UL también se ha expandido hacia la obtención responsable de recursos materiales, la cadena de suministro y el manejo de riesgos, los cuales todos pueden ayudar a los clientes a comercializar sus productos en la manera más rápida y segura posible. La compañía está avanzando a una velocidad más rápida que nunca.
“UL está abriendo sus alas”, dice Nuteson.
“En serio, todo es cuestión de formar un círculo de confianza”, dice Jamieson, y explica el concepto a manera de una versión ligeramente más zen del personaje de Robert De Niro en la cinta “Meet the Parents”.
“UL cuenta con un impresionante acervo de información de productos y es el orgulloso custodio de un círculo de confianza con más de 120 años de edad”, comenta. “Los clientes confían en que los productos con el sello de UL son seguros y confiables. Compañías de todo el mundo confían a UL su información de productos más secreta. Y ahora, UL confía en que Microsoft puede ayudarle a construir un futuro más seguro y a innovar a la misma velocidad que nuestros clientes”.