¿Pueden los datos ayudar a acelerar nuestra recuperación de COVID? Microsoft y la OMS así lo esperan
A finales de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote del nuevo coronavirus era una emergencia de salud pública de importancia internacional. Ese es el nivel más alto de alarma de la OMS. Como una agencia internacional líder en salud que enfrentaba una demanda sin precedentes de información y asesoramiento, la OMS recurrió a empresas de tecnología como Microsoft para ayudarle a manejar una rápida respuesta a la pandemia a través de herramientas digitales.
De manera reciente, Microsoft ha profundizado su compromiso con las Naciones Unidas con el lanzamiento de una nueva oficina de Asuntos de la ONU, enfocada en asociaciones estratégicas con varias organizaciones de la ONU que trabajan para dar apoyo a sus Metas de Desarrollo Sustentable (SDG, por sus siglas en inglés). Estas metas establecen un objetivo global para un futuro mejor y más sustentable para 2030. Como una agencia especializada de la ONU, la OMS es uno de esos socios.
Pero fue la velocidad a la que arribó COVID-19, y el impacto inmediato que tuvo en las poblaciones que ya enfrentaban desafíos de salud y ambientales, lo que vio a esas asociaciones activarse “a un nuevo nivel de urgencia”, comentó Justin Spelhaug, director global de tecnología para el impacto social en Microsoft Filantropías.
“Casi cada Meta de Desarrollo Sustentable relacionada con la ayuda humanitaria se ha retrasado, tal vez, una década”, mencionó Spelhaug. “Por cada mes de COVID-19, es hasta un año de progreso perdido hacia esas metas. Es la forma en que respondemos ahora la que hará la diferencia en volver a encaminar esas metas”.
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Juntos, Microsoft y la OMS se embarcaron en 10 proyectos, desde utilizar tecnología para activar cadenas de suministro globales para equipo de protección, hasta desarrollar plataformas para investigación de pruebas clínicas. Aún más, se han recopilado datos a nivel nacional y se han organizado de tal manera que puedan ayudar a garantizar la respuesta más efectiva donde más se necesite.
“Todas estas fueron parte de iniciativas pro bono de tecnología para COVID-19, para implementar nuevas soluciones digitales y mejorar los sistemas existentes de la OMS para responder de manera apropiada a las demandas de la pandemia de contar con soluciones digitales escalables, seguras y con buen rendimiento”, comentó Bernardo Mariano, director de información para la OMS.
Aunque asociaciones como estas han llevado al rápido despliegue de recursos tecnológicos, un compromiso de utilizar herramientas tecnológicas para mejorar los resultados de salud es parte de la Estrategia Global en Salud Digital de la OMS. Esto también requiere de una recolección y monitoreo mejorados de datos de salud pública para conseguir las SDG y los objetivos de Triple Billion, con un foco en cobertura universal de salud (UHC, por sus siglas en inglés), poblaciones más saludables y protección ante emergencias de salud.
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Los objetivos Triple Billion fueron creados en 2018, cuando el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, tomó posesión como director general de la OMS. Son un medio de “prepararse para responder a emergencias sanitarias, asegurarse de que tenemos acceso a la atención médica de manera equitativa y hacer del mundo un lugar mejor, para que todos puedan vivir no solo más tiempo, sino más sanos”, comentó la doctora Samira Asma, subdirectora general de la OMS para la división de datos, analítica y entrega para el impacto.
Ahora, con la disrupción a gran escala provocada por COVID-19, la doctora Asma comentó, “La cuestión es, ¿Cómo podemos recuperar los éxitos y alcanzar nuestra ambición? No podemos hacerlo con los medios que tenemos”, y añadió, “ahí es donde entra la tecnología”.
El problema con COVID es que ha redireccionado tantos recursos en el mundo que otros problemas se han descuidado
Abordar al COVID-19 es solo el punto de partida. Microsoft y la OMS también colaboran en un proyecto que podría impulsar resultados mejorados de salud para todos. El World Health Data Hub, por ejemplo, utilizará inteligencia artificial para crear un centro global de información para la vigilancia de enfermedades y el intercambio de conocimiento que pudiera ayudar aún más a las SDG al brindar una imagen específica de patrones de enfermedades y compartir información de valor sobre los problemas particulares de salud que necesitan más atención.
“El problema con COVID-19 es que ha redireccionado tantos recursos en el mundo que otros problemas se han descuidado”, comentó Spelhaug. “Como las enfermedades tropicales que matan a millones de personas cada año, y el mundo les ha quitado el ojo de encima, porque necesitamos enfocarnos en COVID-19, pero estamos muy interesados en asegurar que, en las comunidades que sufren de enfermedades tropicales que han sido abandonadas, que son las comunidades más pobres en el mundo, avancemos en la analítica y en el entendimiento de los patrones que surgen en esas comunidades, así que nos enfocamos en eso en la plataforma de datos”.
En países de ingresos bajos y medios, millones de niños mueren cada año por enfermedades prevenibles, y las métricas como el retraso del crecimiento (deterioro del crecimiento y el desarrollo debido a una mala nutrición, infecciones repetidas y estímulos sociales inadecuados) serán incluidas en el World Health Data Hub, cuando sea lanzado en 2021. La meta es que la plataforma sea el centro neurálgico para científicos, gobiernos y organizaciones de asistencia para ayudar a enfocarse no solo en COVID-19, sino también en tratar problemas crónicos de salud física y mental.
“El World Health Data Hub en verdad tiene la ambición y el soporte para cambiar el juego”, comentó la doctora Asma. “Tenemos esa inquietud. Sabemos que podemos conseguirlo. Es nuestra responsabilidad, de manera colectiva, y sabemos que no podemos hacerlo solos”.
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Cada vez más, los sectores público y privado se asocian en desafíos globales. Junto con sus proyectos con la OMS, Microsoft ha trabajado de manera reciente con el World Food Programme para crear una identidad digital para aquellos, como los refugiados, que no tienen los registros necesarios para hacerlos coincidir con los alimentos, medicinas, soporte y servicios. Es el tipo de inversión que tiene un efecto multiplicador, no sólo para el World Food Programme, sino para cada organización global de asistencia.
Ya sea en la entrega de alimentos y medicina, o en combatir una enfermedad, “necesitamos asegurar que tomamos un enfoque orientado en el problema o en la oportunidad”, comentó Spelhaug. “No implementamos tecnología sólo por implementarla”.
“COVID-19 es un desafío, pero también una oportunidad”, añadió la doctora Asma. “Ya habíamos comenzado a trabajar, durante el año pasado, en cómo resolver la fragmentación, para que podamos generar datos y crear conocimiento en una forma más estructurada y organizada, y predecir no sólo epidemias o pandemias inminentes, sino también pronosticar dónde estaremos en términos de escenarios, simulación, con IA y aprendizaje automático. Hay tantas posibilidades a las que la salud no ha ni siquiera rascado la superficie”.
Si la tecnología puede ayudar a que los problemas de salud se pongan al día después de COVID-19, entonces las ambiciones globales para las SDG, y el bienestar de todos, podrían ser alcanzables. “Lo que hemos aprendido”, comentó Spelhaug, “es el impacto que juntos podemos tener cuando enmarcamos las prioridades estratégicas correctas”.
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